La redención de Adam Sandler: cómo el actor más criticado acabó cambiando el rumbo de Hollywood
El vilipendiado cómico neoyorquino ha logrado los piropos de la crítica por su papel en ‘Diamantes en bruto’, que se estrena el 31 de enero, y es pionero en firmar acuerdos ventajosos con Netflix
Tantas han sido las voces que le auguraban un Oscar por su interpretación en Diamantes en bruto (que se estrena en España el 31 de enero), que él mismo trató de persuadir a los académicos amenazándoles con lo que más les duele: sus propias comedias. “Si no me lo dan, voy a volver a rodar una película malísima a propósito para haceros pagar a todos”, comentó sarcástico en el programa de radio de Howard Stern. La Academia de cine estadounidense, que al parecer no negocia con humoristas, descartó reconocerle algún mérito, por primera vez y tras treinta años de carrera, al que ha sido una de las estrellas más taquilleras del siglo. También uno de los más influyentes, criticados y polarizantes, un tipo capaz de enamorar a cineastas del prestigio de Paul Thomas Anderson y contar a su vez con el récord histórico en los Razzie (los galardones a lo peor del año en Hollywood): tiene hasta nueve.
La prensa especializada le ha dedicado durante la última década páginas inmisericordes ante una trayectoria que califican de “horrenda” ('The Washington Post'), “inexplicable” ('The Telegraph') o “vergonzosa” ('The Week')
Con Diamantes en bruto (Uncut Gems), Adam Sandler (Nueva York, 1966) entrega la que para la crítica estadounidense (reunidos en la influyente National Board of Review) es la mejor interpretación masculina del año. La misma prensa especializada que, aduciendo criterio o puro esnobismo, le ha dedicado durante la última década páginas inmisericordes ante una trayectoria que califican de “horrenda” (The Washington Post), “inexplicable” (The Telegraph) o “vergonzosa” (The Week). Una carrera, sin embargo, bendecida por el público y por plataformas como Netflix, que se puso en sus manos para cambiar la forma de cómo y dónde ver cine. Pese a que finalmente no vaya a aspirar a la estatuilla, los más de 400.000 ‘me gusta’ que sumó su tuit de consolación al respecto, en el que aseguraba que al menos iba a “poder dejar de llevar traje”, dan una buena idea del lado del que están los espectadores.
Recién salido –despedido– del mítico formato de humor Saturday Night Live a mediados de los noventa, Sandler pronto trasvasó con éxito su fama televisiva a la gran pantalla y por todo el mundo. Él encarnó un clown de niño grande, peterpanesco y proclive a la comedia física, apostando por un humor acogedor, grosero y carente, a priori, de toda sutileza y complejidad para llegar al mayor número de público posible. Basado, también, en una imagen pública de tipo enrollado, pero alejado del escándalo, que le convertía en alguien fácilmente identificable y querible.
Casi nunca abandonó su zona de confort, produciendo él mismo la mayoría de sus películas (a ritmo de casi una al año) y rodeándose del mismo núcleo de colaboradores en los repartos, con Chris Rock a la cabeza. Los 3.000 millones de euros recaudados por sus películas en todo el mundo avalaron su título de gran estrella internacional, pero los académicos y la crítica le negaron cualquier reconocimiento. Antes de entregarnos al cinismo milénico, los chistes de pedos nos hacían gracia.
“Sandler está minusvalorado pero, sobre todo, porque el tipo de interpretaciones que él realiza suponen una amenaza a ese academicismo profesional que consagran muchos críticos y profesionales de la industria. Para ellos, los graduados de conservatorio, los grandes del teatro, los niños famosos y los actores de método suelen merecer mucho más respeto”, explica a ICON Cassie Da Costa, editora de la web Another Gaze y colaboradora de The New Yorker o The Daily Beast. Paradójicamente, su otro gran sector de fanáticos, además del público, proviene del cine de autor más prestigioso. Las pocas veces que el actor ha querido adentrarse en el terreno dramático lo ha hecho de la mano de algunos de los cineastas más reputados de la actualidad, como Paul Thomas Anderson (en Embriagado de amor), Noah Baumbach (en The Meyerowitz Stories) y, ahora, con los hermanos Safdie en Diamantes en bruto.
En esta última película, Sandler da vida a Howard Ratner, un célebre joyero neoyorquino, adicto al juego, que se introduce en una espiral autodestructiva para poder pagar una importante deuda. El trabajo de Sandler en esta película le ha valido la redención con la prensa especializada que, al igual que en sus otros proyectos de prestigio, ha demostrado que la animadversión hacia él se ciñe solo a lo relativo a la comedia.
Pero, ¿qué tiene Sandler para ser el preferido de las nuevas voces del cine de autor? “Lo amo, siempre me ha hecho reír. Me gustan casi todas sus películas y siempre me siento mejor viéndolas”, le confesaba el director Paul Thomas Anderson al mítico crítico de cine Roger Ebert en una entrevista de 2002. Ante la inclemente opinión de Ebert respecto al intérprete, el cineasta lo defendió sosteniendo que “sus películas son obviamente buenas porque consiguen comunicar algo a muchísima gente y les hace reír. Al final, eso es lo que cuenta”.
“Sandler está minusvalorado pero, sobre todo, porque el tipo de interpretaciones que él realiza suponen una amenaza a ese academicismo profesional que consagran muchos críticos" Cassie Da Costa, colaboradora de 'The New Yorker'
Por el camino, y sin pretenderlo, el neoyorquino, que lleva 17 años casado con la actriz Jackie Sandler (con quien tiene dos hijas de 14 y 12 años), cambió el rumbo del modelo tradicional cinematográfico. En 2014, y tras una serie de estrenos en salas comerciales que habían rendido muy por debajo de sus cifras habituales, Sandler fue la primera estrella que apostó por firmar un contrato de exclusividad con Netflix, por el cual sus próximas cuatro películas se estrenarían en la plataforma. El acuerdo supuso toda una conmoción en la industria por la osadía de renegar del históricamente imprescindible estreno en cines y por lo multimillonario del mismo: 225 millones de euros. Aunque la crítica masacró filmes como The Ridiculous 6, los usuarios bendijeron la unión con récord de visualizaciones. En 2017 la compañía prolongó la relación con un nuevo contrato.
Seis años después del pionero acuerdo, hasta las películas con más nominaciones a los Oscar han renegado de la exhibición en salas, siguiendo las baldosas amarillas inauguradas por el humorista. Ted Sarandos, jefe de contenido de Netflix, explicaba así las razones de la apuesta del gigante del streaming por Sandler: “El público ama las películas de Adam y las revisiona una y otra vez. Su atractivo se expande a través de espectadores de todas las edades, no solo en Estados Unidos , sino también alrededor de mundo”. Estaba en lo cierto: Criminales en el mar, la más reciente película del actor en la plataforma y que protagoniza junto a Jennifer Aniston, fue el filme más visto en Netflix EE. UU. el pasado 2019.
“La crítica ha sabido valorar que hasta lo que considera feo, embarazoso e inexplicable sirve para actualizar las raíces y la fuerza del cine cómico”, nos asegura Adam Nayman, periodista de la web The Ringer y creador del vídeo viral "Adam Sandler merece un Oscar". “Cuando era pequeña me encantaban películas como Un papá genial, que parodiaba y celebraba esa dejadez o indiferencia masculina mientras indagaba en un aspecto que obsesiona hoy en día: la masculinidad tóxica. Desde El aguador hasta Little Nicky, muchos de los personajes de sus comedias son hombres con problemas para serlo en el sentido tradicional de la palabra y que deciden rebelarse”, añade Da Costa.
Al igual que hicieron antes otros actores como Matthew McConaughey, que saltó de la comedia romántica más prescindible a trabajar con directores del fuste de Martin Scorsese y Christopher Nolan, ¿aprovechará Sandler su gran momento para acometer mayores empresas? “Dudo que esto vaya a ser el inicio de un nuevo camino: seguirá fiel a su propio gusto. Él hará lo que le dé la gana, como siempre, y el respeto o, la falta de él, llegarán cuando toque”, opina Nayman, que considera que si los piropos que cosechó en Embriagado de amor no tuvieron gran efecto en su carrera tampoco lo harán los recibidos por Diamantes en bruto.
“Le seguirán ofreciendo papeles protagonistas complejos, pero la cuestión es si él los cogerá, teniendo en cuenta los sueldos de este tipo de producciones independientes y el significativo compromiso de tiempo y energía que requieren”, afirma Da Costa. Y concluye: “Con la seguridad financiera que le proporciona el acuerdo con Netflix, que tiene un cheque esperándole para cuando quiera realizar otra de sus comedias, quizá sí pueda hacer más proyectos de autor”. Veremos cuál de ellos es la “malísima” película con la que prometió vengarse de la Academia tras el último desplante.
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