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¿Se puede bailar y llorar a la vez? Estas canciones demuestran que es posible

Las 'sad bangers', temas que nos dan ganas de bailar y sollozar a la vez, definen los tiempos en los que vivimos

La década que acabamos de dejar atrás será recordada como la era dorada de los 'sad bangers'.
La década que acabamos de dejar atrás será recordada como la era dorada de los 'sad bangers'.Ilustración: Montse Tanús
Xavi Sancho

"Un sad banger es un tema con el que puedes tanto llorar como bailar. Es triste y edificante a la vez”. Así explicaba Mark Ronson (Londres, 1975) a mediados de este año qué tipo de canciones contenía su último álbum, Late night feelings. “Es mi disco de divorcio, pero a la vez es un disco de dj”, recalcaba. Los sad bangers (hitazos tristes) no son algo nuevo. Algunos se remontan hasta Billie Holiday para encontrar el origen de este tipo de canción deprimente que te hace bailar. Pero eso tal vez sea excesivo.

En la música, si por los puristas fuera, todo habría empezado en el mismo lugar y a la misma hora. Así pues, el verdadero origen del sad banger tal vez se halle a finales de los setenta, cuando coincidieron en las listas el himno disco I will survive, de Gloria Gaynor (la madre de todos los sad bangers), y Train in vain, de The Clash (el sad banger con el que se despidió el punk). Años más tarde, Ultravox harían el género literal con Dancing with tears in my eyes (Bailando con lágrimas en los ojos).

A pesar de la profusión y relevancia de los referentes pretéritos, será esta década que acaba de terminar como la era dorada de estos temas. El decenio arrancaba con We found love, de Rihanna y Calvin Harris, un sad banger descomunal cuyo vídeo actualizaba el film Drugstore cowboy y adivinaba la llegada de la serie Euphoria. En muchos aspectos, ese tema y ese vídeo aún no han sido superados. Al año siguiente, la sueca Robyn lanzaba Dancing on my own, hitazo, deprimente y generacional, como la escena final del tercer episodio de Girls, que termina con Lena Dunham bailándola junto a Allison Williams.

Y para terminar el decenio, la maravillosa Nothing breaks like a heart, del disco de Mark Ronson, con la voz de una Miley Cyrus que parece un cruce entre Kenny Rogers y Donna Summer. Algunos apuntan a otro tema de Miley, Wrecking ball, como epítome de sad banger actual. Pero no lo es. Esa canción, un Total eclipse of the heart para la Generación Z, es un baladorro de toda la vida. Enorme, pero baladorro. Llorar sabemos todos. Bailar, algunos. Bailar y llorar a la vez solo está al alcance de los más grandes.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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