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The Supremes, un matadero, las sufragistas y una tostadora: la historia del impacto del automóvil en la cultura popular del siglo XX

¿Se puede aún celebrar el coche como dinamizador social y cultural? Una exposición en el Victoria & Albert de Londres recuerda cómo se hizo objeto de diseño y de deseo

Encuentro de ‘Lowriders’ (grupos que modificaban coches clásicos, como una forma de vivir y manifestarse ante la sociedad) en Los Ángeles.
Encuentro de ‘Lowriders’ (grupos que modificaban coches clásicos, como una forma de vivir y manifestarse ante la sociedad) en Los Ángeles.Nathaniel Turner
Xavi Sancho

The Supremes, un matadero, las sufragistas y una tostadora. ¿Qué tienen en común? Los coches. Esta es una de las muchas ideas que se proponen en la exposición Cars: Accelerating the modern world (coches: acelerando el mundo moderno), que puede verse hasta el 19 de abril en el londinense museo Victoria & Albert. La muestra se centra en el poder transformador del coche durante el siglo XX. Su impacto en la cultura popular representado en The Supremes grabando un clip en una cadena de montaje de automóviles de Detroit. Su rol en los cambios sociales del siglo XX, y cómo el derecho de las mujeres a pilotar bólidos en carreras fue parte de las reclamaciones sufragistas.

Su influencia en el diseño industrial, sobre todo, desde la entrada de lo aerodinámico en la ecuación, que pudo verse en radios o tostadoras durante el siglo XX y aún se nota en grandes rascacielos del siglo XXI. Su forma de aplicar la metodología de la producción en serie, en concreto cómo Henry Ford se inspiró en la forma de trabajar en los mataderos para fabricar coches de forma industrial, poder abaratar los costes y venderlos así a las mismas personas que los ayudaban a montar, no solo al 1% de la sociedad.

Cartel del sindicato de trabajadores de la automoción en EE UU en contra de la automatización de la producción en los años cincuenta.
Cartel del sindicato de trabajadores de la automoción en EE UU en contra de la automatización de la producción en los años cincuenta.Walter P. Reuther Library, Archives of Labour and Urban Affairs

¿Demasiado optimismo para un momento en que el coche está en el punto de mira? Esme Howe, comisaria asociada de la muestra sacude la cabeza y responde. “Fue un reto. Quisimos mostrar la promesa original del coche. Fue muy optimista cuando nació. Todo era positivo: cada vez iban más rápido, cada vez eran para más gente… Pero debíamos incluir también los retos actuales e incluso las piedras en el camino. Es obvio que cuando fabricas y vendes millones de lo que sea durante décadas el impacto que vas a tener sobre la sociedad y el planeta será enorme y no siempre positivo, claro. Nuestra última sección muestra que no estamos solo para celebrar el coche, sino para entender su realidad lo mejor posible”.

La muestra contiene un buen puñado de modelos de coches, desde un Hispano-Suiza diseñado y fabricado exclusivamente para la mecenas Suzanna Deutsch de la Meurthe en 1922 hasta un Tatra 77 checo de 1934, para muchos el primer vehículo aerodinámico de la historia. También hay afiches de carreras históricas y protestas sindicales, vídeos de coleccionistas de medio mundo, de ferias y carreras, y una sección final dedicada a recordarnos que, sí, que todo muy bonito, pero hay que reinventar.

El mérito de la muestra se halla en lograr ser optimista sin resultar insensible y superficial, en ser histórica sin acabar pareciendo una feria de coches clásicos y, sobre todo, en no parecerse en ningún momento a cualquiera de los salones del automóvil que se suceden cada año alrededor del mundo. ¿Falta algo? “Sí, La Jamais Contente (nunca satisfecha), no la conseguimos”, recuerda Esme. “Es un coche de 1899, el primero en alcanzar los 100 kilómetros por hora y que, además, era eléctrico. ¡En 1899!” .

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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