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Columna
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Gobierno ‘en red’

El próximo Gobierno tendrá que responder a dos grandes preguntas nada más ser investido: el “qué” y el “cómo”

Cristina Monge
El Congreso de los Diputados, durante la sesión de investidura.
El Congreso de los Diputados, durante la sesión de investidura. EFE

El concepto sociedad red expresa las relaciones complejas, dependientes y a menudo interdependientes que rigen en el mundo actual. Aunque nació muy vinculado al contexto de globalización y en sus inicios se aplicó sobre todo a la descripción de las dinámicas globales, hoy puede servir para explicar también muchos de los acontecimientos domésticos.

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La sociedad red, o red de redes como definió el sociólogo Manuel Castells hace ya una década, apela al reconocimiento de diferentes nodos con poderes dispares que operan de forma más efectiva cuantas más relaciones mantienen con otros nodos. Esto supone asumir que el poder absoluto se acabó y que hoy se encuentra repartido, de forma desigual pero repartido, en multitud de instancias. Ni el representante político más poderoso del mundo, ni la empresa más global, ni el fondo financiero más multimillonario, ni el líder (mucho menos lideresa) más carismático pueden tomar una decisión por sí solos si no cuentan con el apoyo, más o menos entusiasta, de otros nodos de la red. Si esto se puede aplicar a entes dotados teóricamente de la máxima potencia, qué decir de los más débiles.

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Si las previsiones se confirman, los apoyos que van a permitir a Pedro Sánchez volver a ser investido producirán un Ejecutivo débil. En lo cuantitativo, el número de votos para plantear medidas ambiciosas no está garantizado. En los aspectos cualitativos, la complejidad es la propia de un momento de cuestionamientos de los dos pactos sobre los que se cimentó la Transición: el social, que ya fue víctima de las recetas aplicadas en la crisis del 2008, y el territorial, cuyas costuras han saltado en Cataluña pero cuyas desigualdades y asimetrías afectan al conjunto del territorio.

El próximo Gobierno tendrá que responder a dos grandes preguntas nada más ser investido: el “qué” y el “cómo”. Respecto al “qué”, deberá dar a conocer un programa más allá del asunto territorial, que aclare los ejes básicos acordados entre los socios. Tan importante como esto será el “cómo”. En un contexto de sociedad red, las debilidades pueden convertirse en fortalezas si se crean las complicidades necesarias para identificar los acuerdos y gestionar los desacuerdos. Estas alianzas, lejos de quedar circunscritas al ámbito parlamentario, fortalecerán en mayor medida al Gobierno cuanto más salten los muros del Congreso para extenderse al conjunto de la sociedad. Si España se encuentra en un momento clave para tomar decisiones que condicionarán su presente y su futuro, lo delicado de la situación y la debilidad de una exigua mayoría parlamentaria aconsejan articular políticas de forma no ya concertada, ni siquiera participada, sino coproducida junto a la sociedad civil, sin que esto menoscabe las competencias ni los procedimientos de la democracia representativa. De conseguirse, se habría aprovechado una crisis política de profundo calado para construir más y mejor democracia.

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Sobre la firma

Cristina Monge
Imparte clases de sociología en la Universidad de Zaragoza e investiga los retos de la calidad de la democracia y la gobernanza para la transición ecológica. Analista política en EL PAÍS, es autora, entre otros, de 15M: Un movimiento político para democratizar la sociedad y co-editora de la colección “Más cultura política, más democracia”.

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