Cosas que vuelven por Navidad
Aquí están las fiestas navideñas, tan entrañables ellas, envueltas en papel de felicidad y atadas con una cinta de amor
- Las maravillosas cenas familiares. Y los piropos maliciosos entre cuñadas: “Qué guapa estás, no pareces tú”.
- Los mensajes por WhatsApp, algunos más cursis que un repollo: “Si mi sonrisa te sirve de adorno en Navidad cuenta con ella, si mi mano te es de ayuda tienes las dos, si mi corazón te trae felicidad es todo tuyo” o “Que esta Navidad convierta cada deseo en flor, cada dolor en estrella, cada lágrima en sonrisa y cada corazón en una dulce morada”.
- Los clásicos navideños en la tele: Qué bello es vivir, de Frank Capra; Solo en casa, o alguna de las infinitas adaptaciones al cine de A Christmas Carol (Cuento de Navidad), de Dickens.
- Los villancicos: “Y beben y beben y vuelven a beber. Los peces en el río”. No son los únicos, verás la resaca de estos días.
- Los Triglicéridos, ese grupo musical que le gusta tanto a tu médico.
- Las nécoras, los centollos, las gambas y los gambas.
- La decoración urbana. Ojo: las cacas de perro y las hojas en las aceras no son adornos.
- El turrón, los polvorones y, desde hace algunos años, los panetones.
- Los anuncios de perfumes con frases en inglés. Si con ellos no ligas, NO te devuelven el dinero.
- Los programas especiales de Nochebuena. Imaginación a raudales + el mensaje del Monarca, real, como la vida misma.
- Los programas especiales de Nochevieja. Imaginación a raudales, pero con 12 uvas (tienes hasta las 12.00 para aprenderte la maniobra de Heimlich, por si alguien se atraganta) y más suspense: ¿se volverán a equivocar los presentadores con las campanadas?
- Papá Noel (¿no bastaba con los Reyes Magos?), y los juguetes éxito de ventas. Que casualmente son todos los que se ha pedido tu niño. Los mismos que ya se han agotado en todas las tiendas. Cuéntale ahora eso de que el mejor juguete es una caja de cartón o que jugar al parchís también mola.
- Los Reyes Magos. Barriguitas, Mocosete y las otras muñecas de Famosa ya se han hecho mayores. Ahora juegan al Fortnite.
- Los remordimientos. Por no haber cumplido ninguno de los buenos propósitos que juraste cumplir hace un año. No pasa nada: tienes otro año por delante para dejar de fumar, empezar a practicar un deporte, adelgazar, dedicar más tiempo a la familia, prestar más atención a tu pareja (es decir, más sexo; ¿has oído hablar del succionador?), aprender un idioma, sacarte el carné de conducir, ver menos la televisión, leer más libros…
- Los buenos consejos: “Comienza el año de forma positiva, pierde un electrón”.
- La melancolía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.