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El estado de salud de la emperatriz emérita Michiko preocupa en Japón

La esposa de Akihito, que fue operada de un cáncer de mama en septiembre, sufrió depresiones en su juventud a las que hizo frente gracias a su pasión por la música y la literatura

Los emperadores Akihito y Michiko, en la ciudad de Hayama, en la prefectura de Kanagawa, Japón, en enero de 2019.
Los emperadores Akihito y Michiko, en la ciudad de Hayama, en la prefectura de Kanagawa, Japón, en enero de 2019.Kazuhiro Nogi (AFP)
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El estado de salud de la emperatriz emérita preocupa en Japón. Michiko, de 85 años, atraviesa desde mediados de septiembre un momento complicado. Según ha anunciado la casa imperial nipona, la madre del actual emperador Naruhito ha perdido peso a causa de vómitos recurrentes, en ocasiones acompañados de sangre.

Esta nueva dolencia se suma a la operación de cáncer de pecho que Michiko superó a principios de ese mismo mes, en la que le fue extirpado un tumor de un centímetro. El parte posterior a la intervención había sido optimista, hasta el punto de que los facultativos consideraron innecesario recurrir a sesiones de radioterapia o quimioterapia. Michiko ha seguido desde entonces un tratamiento hormonal, aunque los médicos han descartado que esta sea la causa de sus últimos achaques.

La abdicación de su esposo, el emperador Akihito, en abril de este año y la consecuente reducción de responsabilidades no parecen haber contribuido a mejorar la salud de Michiko. En junio se advirtió que padecía de pulso irregular y funcionamiento anormal de sus válvulas cardiacas, factores de riesgo vinculados al sufrimiento de un infarto. Tampoco es la primera vez que su corazón es fuente de inquietud. En el verano de 2015 se le diagnosticó una isquemia miocárdica. El príncipe Akishino, su segundo hijo, afirmó entonces en rueda de prensa que los problemas de salud de su madre se veían agravados por el “estrés”.

Ese estrés y sus dolencias derivadas han sido una constante en la vida de la emperatriz emérita desde que contrajo matrimonio en 1959 con quien entonces era el heredero al Trono del Crisantemo. Desde el primer momento la presión fue enorme. Michiko fue la primera plebeya en incorporarse a la familia imperial, a lo que se unía el hecho de pertenecer a lo que en Japón es una minoría religiosa: el catolicismo. Aunque ella no recibió el bautismo, sus padres fueron practicantes, lo que le valió la oposición frontal de los sectores más tradicionales de la sociedad, con la difunta emperatriz Kojun, su suegra, a la cabeza.

La emperatriz emérita Michiko el 10 de septiembre en Tokio, en el momento de abandonar el hospital donde se sometió a una intervención de cáncer de mama.
La emperatriz emérita Michiko el 10 de septiembre en Tokio, en el momento de abandonar el hospital donde se sometió a una intervención de cáncer de mama.Kazuhiro Nogi (REUTERS)

Al año de su enlace, Michiko ya estaba sumida en una depresión. A consecuencia de ello sufrió un aborto poco después del nacimiento de su primer hijo. Desmayos, crisis de ansiedad, úlceras bucales, hemorragias internas, siete meses sin voz; fueron algunos de los episodios causados por el estrés que le obligaron a cancelar compromisos o, años después, a convertir en habitual la asistencia de la princesa Sayako, la tercera de sus hijos, a actos oficiales. Un sufrimiento que parece acompañar al cargo, ya que su nuera Masako, la actual emperatriz, también ha padecido dolencias similares.

Mickiko encontró remedio en el descanso y en la práctica de sus aficiones. La primera de ellas es la música. La emperatriz emérita toca el piano desde niña. Es de sobra conocido en Japón que la familia imperial ha formado durante décadas un exclusivo trío de cuerda: con Michiko acompañada de su hijo Naruhito, actual emperador, al violín, y su marido Akihito, el emperador emérito, al violonchelo.

La segunda de sus aficiones es la literatura, la cual también está vinculada a sus años de formación. Michiko, hija del presidente de una de las corporaciones más grandes del país, recibió una educación muy cuidada que culminó con una licenciatura cum laude en la facultad de Letras de la Universidad del Sagrado Corazón de Tokio. De hecho, antes de comprometerse con Akihito en 1959 —a quien conoció jugando al tenis dos años antes—, contó entre sus múltiples pretendientes al escritor Yukio Mishima, uno de los autores japoneses más importantes del siglo XX y candidato al premio Nobel de Literatura en 1968. Mishima acabaría quitándose la vida en 1970 tras su participación en un fallido golpe de Estado que pretendía, precisamente, restaurar la autoridad imperial.

Michiko es una gran amante de la poesía. La emperatriz emérita ha dedicado parte de su tiempo libre en los últimos años a seleccionar y traducir textos del conocido bardo Michio Mado, de los cuales ha publicado tres colecciones. También ella misma ha hecho sus pinitos literarios. Las piezas waka —disciplina poética tradicional japonesa— que compuso junto a su esposo Akihito vieron la luz en 1987 bajo el título Tomoshibi (Luz) y han sido traducidas al inglés y el francés.

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