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Sayako Kuroda, de princesa a plebeya

"Con los recuerdos de los días con la familia imperial en mi mente, me enfrentaré a una nueva vida como miembro de la familia Kuroda", dijo Sayako, quien reveló que su padre le había asegurado que "nuestros lazos familiares no cambiarán, así que ven a vernos de vez en cuando". Una ceremonia íntima, con apenas 30 invitados, y en lugar del tradicional quimono de 12 capas, un traje tipo occidental en seda blanca hasta los pies y sin adorno alguno, tan sólo acompañado por unos guantes y un collar de perlas blancos, fueron símbolos de la sencillez y del bajo perfil con que la princesa Sayako, única hija de los emperadores de Japón, Akihito y Michiko, se desposó ayer con el plebeyo de origen aristocrático Yoshiki Kuroda. Conocida hasta ahora como princesa Nori, cambió su nombre por el de Sayako Kuroda y se presentó ante la prensa, tras la ceremonia oficiada por un sacerdote sintoísta antes de celebrar una recepción ante unos 150 invitados, entre familiares, amigos y compañeros de estudio y de trabajo de su recién estrenado marido, urbanista del Ayuntamiento de Tokio, y de ella, hasta hace unos meses, investigadora ornitóloga. La ceremonia, de media hora, en la que los novios y sus familiares bebieron pequeños vasos de sake -licor de arroz-, se celebró, al igual que la conferencia de prensa y la recepción, en el hotel Imperial, sin otra vinculación con la dinastía del Crisantemo que su nombre y que se encuentra en las inmediaciones del complejo palaciego, desde donde salió Sayako en una limusina negra y en medio de aplausos de un millar de japoneses y de saludos como "Banzai" (larga vida). Aunque en el ágape, en el que Sayako vistió un quimono de su madre, no hubo el habitual corte por los novios de la tarta nupcial, se brindó con champaña y se degustaron platos franceses. Sayako ha renunciado a su título de princesa, a su situación imperial y al derecho de vivir en palacio para casarse con su prometido, un amigo de su hermano Akishino desde la infancia. En el "comienzo de nuestra nueva vida habrá muchas cosas inusuales e inesperadas, pero nos gustaría unir nuestras manos y avanzar poco a poco", declaró Yoshiki Kuroda. La "nueva vida" supone para Sayako ponerse ella misma al volante, para lo que se sacó hace un mes su licencia de conducción, pero también ocuparse de hacer la compra, cocinar y limpiar, tareas que le enseñó la emperatriz, quien se empeñó en que su vida no transcurriera ajena al mundo exterior, del que procedía Michiko, hija del principal fabricante de harina de Japón y quien se convirtió en la primera plebeya en casarse con un futuro emperador.-

La princesa Sayako y Yoshiki Kuroda durante la ceremonia de boda.
La princesa Sayako y Yoshiki Kuroda durante la ceremonia de boda.REUTERS

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