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Los Sainz, más en forma que nunca

Carlos hijo se consolida como corredor en el Mundial de Fórmula 1, mientras su padre se prepara para un nuevo asalto al Dakar

Carlos Sainz Jr. en el Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dabi, el 28 de noviembre de 2019.
Carlos Sainz Jr. en el Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dabi, el 28 de noviembre de 2019.ANDREJ ISAKOVIC (AFP)
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No hay descanso para los Sainz, una saga que vive a toda pastilla y que pasa por un momento de lo más dulce. Carlos, el hijo mediano de Carlos y Reyes, ya hace tiempo que perdió el apéndice de júnior que le acompañaba por todos los circuitos del calendario de la Fórmula 1, un recurso fácil que los periodistas se atribuyeron para poder diferenciarle del bicampeón del mundo de rallies (1990 y 1992), el hombre que cambió para siempre el automovilismo español.

Carlitos, como todavía le llaman muchos, terminó el fin de semana pasado su quinta temporada en el campeonato y probablemente haya un antes y un después de este 2019. A sus 26 años, al madrileño le cayó el marrón de sustituir a Fernando Alonso como cabeza de cartel de McLaren, el segundo equipo más universal del certamen que, sin embargo, le fichó en el momento más delicado de su historia. Sin embargo, aquello que algunos vaticinaron como el fin de la trayectoria de Sainz en la F1 ha terminado por encumbrarle como uno de los pilotos con más futuro: terminó el sexto en la tabla de puntos, solo por detrás de los intratables Mercedes (Lewis Hamilton y Veltteri Bottas), del tiburón Verstappen y de los dos Ferrari (Charles Leclerc y Sebastian Vettel).

Aunque parezca mentira, Sainz no lo ha tenido fácil. Más que nada, porque siempre estuvo a la sombra. Y no solo de uno. Carlitos pasó de ser el hijo del bicampeón al protegido de Alonso para terminar siendo el compañero de Max Verstappen. De pequeño, la mayoría de sus rivales en el karting querían mandarle fuera de la pista por ser quien era. Ahora, desde que compite en McLaren es simplemente Carlos, que no es poco si se tiene en cuenta su rendimiento en el curso que justo termina, en el que logró el primer podio de su vida (Brasil). De hecho, ese resultado le convirtió en el cuarto español en subirse al cajón, después de que antes lo consiguieran Alfonso de Portago, Alonso y Pedro Martínez de la Rosa.

Al llegar al Technology Centre de Woking (Londres), el cuartel general de la escudería —una maravilla de la arquitectura con la firma de Norman Foster que costó 500 millones de euros—, sus jefes le esperaban con las llaves del último superdeportivo de la marca, el 600LT, un aparato con 600 caballos de potencia valorado en casi 300.000 euros. “Carlos ha madurado mucho este año y eso ha quedado claro en sus resultados y en su forma de conducir. Ha sido agresivo cuando ha tenido que serlo y muy preciso, tanto en los adelantamientos como en momentos clave, como las salidas”, explica Sainz (padre) a EL PAÍS, un animal competitivo como su hijo.

Carlos Sainz y Reyes Vázquez de Castro, en una fiesta celebrada en noviembre en Madrid.
Carlos Sainz y Reyes Vázquez de Castro, en una fiesta celebrada en noviembre en Madrid.GTRESONLINE

Los compromisos de ambos les mantienen últimamente algo más distanciados, por más que siempre encuentran algún hueco para picarse. “Cuando hacemos carreras, nos divertimos. Al golf estamos muy a la par, pero al squash aún le cuesta”, admite el que fuera campeón de España de esta especialidad en 1979, antes de dedicarse profesionalmente a los rallies. “Mi presencia en los circuitos se ha reducido mucho en esta segunda parte de la temporada. De hecho he ido solo a dos grandes premios, y a uno de ellos porque había un torneo de golf que quería jugar”, añade el dakariano, que al margen de su contrato con Mini también es propietario de dos pistas de karting, ambas en Madrid, y de dos exclusivos clubes deportivos de Madrid (Reebok Sports Club) con su hermano Antonio como socio. Uno de ellos está en el barrio de Salamanca y el otro en Pozuelo de Alarcón. A pesar de no poder controlar tan de cerca a su hijo, Sainz está tranquilo porque sabe que el chaval está en buenas manos: “Para nosotros, la familia siempre ha sido clave, y por eso siempre viaja con Caco, su primo”. Caco es en realidad el apodo de Carlos Oñoro, primo de Carlitos e hijo de Juan Carlos Oñoro, excampeón de España de Rallies.

Fuera de los circuitos, la vida del nuevo jefe de filas de McLaren ha cambiado mucho en el último año. Hace un año que se mudó a Londres para estar cerca del cuartel general del equipo. Desde hace un par de años tiene novia —Isabel Hernáez— y, aunque el chico siempre ha sido muy discreto y celoso de su vida privada, es fácil verla por los circuitos junto a Blanca y Ana, hermanas mayor y pequeña del piloto, respectivamente.

Reyes, la mujer de Carlos y madre de Carlitos, no tiene demasiado margen para respirar tranquila. Terminada la temporada regular en la que su hijo se juega el bigote a más de 300 kilómetros por hora llega la hora del Dakar, donde su marido tratará de levantar su tercer trofeo Touareg, después de los logrados en 2010 y en 2018. Allí se encontrará con Alonso, que debuta en una prueba que por primera vez transcurrirá por Arabia Saudí.

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