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Por qué los niños no se pueden pintar las uñas y las niñas no pueden jugar con camiones

Entre las consecuencias de salirse de los estereotipos marcados están la crítica y el cuestionamiento a los menores que deciden transitar caminos diferentes de lo aceptado

La autenticidad no tiene edad ni género, ni tampoco las consecuencias de salir de los roles sociales establecidos, como la crítica o el cuestionamiento a los niños que deciden transitar caminos diferentes de lo aceptado socialmente. El hecho de que un niño de cuatro años decida pintarse las uñas, jugar con una cocinita o disfrazarse de hada se debe a que a esa edad los niños todavía no tienen integradas las consecuencias de salir de los modelos sociales establecidos, pero ha sido la cantante Alicia Keys, quien ha puesto el foco sobre este tema a través de las redes sociales, tras comentar que su hijo, de cuatro años se sentía juzgado por pintarse las uñas.

Lo habitual es que los niños desarrollen roles masculinos y las niñas los femeninos. Pero “hay un porcentaje de niños, que situaría alrededor de un 20%, que son mixtos y pueden tener interés por cosas que se atribuyen a ambos sexos, lo que implica una mayor creatividad y curiosidad por parte de estos niños. Pero, la mayoría obedece a los estereotipos habituales, porque hay muchos comportamientos que vienen muy marcados biológicamente”, explica Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt.

¿Los niños se pintan las uñas y las niñas juegan con camiones? Sobre gustos no hay nada escrito. Solo se trata de una cuestión de preferencias, que en el caso de los niños pequeños puede variar con el tiempo. Es la sociedad la que juzga a quien se sale de los roles establecidos, sobre todo por cuestión de género. Estos estereotipos “siempre han existido y vienen marcados por la biología, hasta cierto punto nada desdeñable. Pero el mundo es cada vez más variado y complejo y las conquistas en cuanto a libertades individuales no han dejado de aumentar desde los años sesenta, a pesar de los movimientos en contra que se han producido también”, explica la psicóloga Tristana Suárez.

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Los niños también pagan un precio por hacer las cosas de manera diferente de la mayoría

La autenticidad no tiene edad ni género, ni tampoco las consecuencias de salir de los roles sociales establecidos como correctos o adecuados Los diferentes siempre van a pagar un precio frente a la mayoría dominante. Somos una especie muy social y está entre nuestros temores más profundos el miedo a ser excluidos y aislados del resto, puesto que, evolutivamente, esto constituía un peligro para la supervivencia. Los niños pequeños, a partir de los tres o cuatro años, pueden ver más allá del funcionamiento de su familia; cuáles son las normas por las que se rige el mundo que los rodea y valorar los riesgos de incumplirla, como ser criticados, quedarse solos, no tener amigos o sufrir. A esas edades, aún con el respaldo familiar, se trata de un riesgo demasiado elevado para un niño, que todavía está en proceso de desarrollar su personalidad”, comenta la psicóloga, Tristana Suárez.

La adolescencia, el momento de romper moldes y saltarse las normas

La rebeldía de los adolescentes cumple el papel de asentar cierta individualidad necesaria para desenvolverse en el mundo. “Es en la adolescencia, cuando el yo es lo suficientemente fuerte como para enfrentar el mundo, el sujeto ya puede contradecir y, de hecho, es una de las tareas básicas para muchos adolescentes; ser distintos, únicos y sobresalir de la masa. Considero que el apoyo de las familias a la personalidad única y genuina de los hijos es una muestra de madurez y valentía, que servirá como escudo y refugio ante los avatares que, casi seguro, el que no encaja en el gran rebaño, va a sufrir. Pero, conviene considerar que la necesidad gregaria también hay que atenderla, aunque creo que no hay ajuste social que pueda sustituir la alegría y la plenitud de sentir que puedes ser tú mismo”, añade Tristana Suárez.

Niños libres de roles sociales y la influencia de los adultos

El juego es el lenguaje universal de los niños y las emociones carecen de género. “Les apetece experimentar, curiosear y aprender sin dramas, desde lo lúdico. No obstante, si tienen un adulto o una referencia externa que los reprime, no lo van a hacer. Por eso es importante que se les permita ser y elegir lo que les llama la atención, pero advirtiéndoles siempre de que se pueden encontrar con situaciones difíciles, porque habrá personas que los juzguen y critiquen por salirse de lo establecido socialmente”, comenta María José Lladó, psicopedagoga del centro Acimut Bienestar.

El hecho de que un niño elija un traje de hada para disfrazarse implica un problema si sus progenitores deciden que sea así. “Los niños no entienden de roles sociales, solo los aceptan. El niño experimenta y el drama lo pone el adulto cuando no le permite la libertad de expresarse y decidir por él mismo. La recomendación es acompañar a los niños y dejarles que sean libres y elijan. No obstante, es recomendable asesorarles y decirles que en casa pueden hacerlo porque se les permite ser y existir y que es posible que en un entorno externo eso no suceda, por lo que tendrán que confrontar esas situaciones para sentirse más libres”, concluye María José Lladó.

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