Defensa europea
Macron rompe el ensimismamiento de la Unión con sus críticas a la OTAN
Cabe discutir la forma del severo aviso lanzado por el presidente francés, Emmanuel Macron, respecto al futuro de Europa y, sobre todo, de sus instituciones de seguridad y defensa, pero hay pocas dudas acerca de su diagnóstico. Según Macron, la OTAN sufre de parálisis cerebral, una metáfora altisonante para señalar la ausencia de dirección y de visión estratégica que padece la Alianza, sobre todo tras el fiasco de Siria, donde dos de sus socios, Estados Unidos y Turquía, han tomado decisiones trascendentales sin ni siquiera consultar a los otros firmantes del pacto de defensa mutua.
El abandono por parte de Estados Unidos de su colaboración con los peshmergaskurdos de las Fuerzas Democráticas de Siria, victoriosos sobre el terrorista Estado Islámico, y la invasión turca del territorio sirio fronterizo suponen un doble revés para la OTAN, y especialmente para sus socios europeos, que son los receptores de los flujos de refugiados sirios y de los terroristas combatientes, y una victoria para las ambiciones hegemonistas de Rusia, potencia que ha venido a sustituir a Estados Unidos como principal árbitro en Oriente Próximo.
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El presidente francés ha buscado con sus palabras un revulsivo ante la pasividad e incluso el ensimismamiento de los socios atlánticos, incluidos EE UU, el Reino Unido y Alemania, en un momento especialmente delicado de ascenso fulgurante del poder chino y de aprovechamiento ruso de las debilidades ajenas. Para Francia, este vacío estratégico constituye también una oportunidad con vistas a avanzar sus propios conceptos sobre Europa, motivados, en palabras de Macron, por “la gramática del poder y la gramática de la soberanía”, dos conceptos cada vez más extraños para la Alemania alérgica al poder militar e instalada en la idea de una Europa posnacional.
Gran parte de los países europeos se sienten cómodos en una construcción europea cansina y despreocupada por su defensa, instalados en la confianza en el paraguas militar de Estados Unidos, mientras que Francia solo puede imaginar su propia identidad nacional y su independencia a través de una Europa cada vez más integrada, capaz de hacerse cargo de su propia seguridad y defensa y de jugar en el tablero internacional al mismo nivel que Estados Unidos y China. Si bien el objeto de la polémica es la defensa europea, y especialmente su institución capital que es la OTAN, Macron ha señalado también como cuestiones críticas el retraso europeo en las tecnologías 5G y de inteligencia artificial, donde China lleva la delantera, y las dificultades en la integración económica y bancaria, de forma que su apelación afecta al conjunto de la integración europea, justo en el momento en que la nueva Comisión se halla a punto de entrar en funciones.
Macron no ha querido colocar el foco de sus críticas en la caótica presidencia de Donald Trump, en tantos aspectos responsable del deterioro de las relaciones trasatlánticas. Ha buscado el origen de la dificultad en una cuestión de mayor profundidad, perfectamente detectable en anteriores presidencias, que están llevando al alejamiento de Washington. Precisamente porque no se trata de una crítica coyuntural, el compromiso de Europa con su propia defensa no debiera ser incompatible con la preservación del pacto trasatlántico que permitió la victoria sobre el nazismo y luego la larga y fructífera paz de las siete décadas de vida de la Alianza.
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