9 fotosEl pueblo que entierra a sus muertos en las ruinas de una iglesiaVillaluenga del Rosario, en Cádiz, convierte su singular cementerio en uno los atractivos culturales más destacados de la provinciaJuan Carlos ToroJesús A. CañasVillaluenga del Rosario - 01 nov 2019 - 14:23CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceVillaluenga del Rosario tiene apenas 430 vecinos. Fallecen “tres o cuatro al año”, según asegura el investigador local Antonio Benítez. Cuando eso ocurre, acaban en el cementerio de la localidad, uno de los más singulares de España. Enclavado en las ruinas de una iglesia, lleva acogiendo a difuntos desde que empezó a utilizarse como tal a mediados del siglo XIX. En la imagen, Rafael Piña visita la tumba de su mujer.Juan Carlos ToroEn los últimos años, el Ayuntamiento del pueblo ha visto el filón de lo que, para sus vecinos, no es más que el cementerio de la localidad. “Cada vez recibe más visitas”, asegura su alcalde, Alfonso Moscoso. De ahí que el Consistorio esté invirtiendo dinero en la rehabilitación del conjunto para evitar su degradación. La fama que va a adquiriendo el camponsanto hace que muchos turistas pregunten por él nada más llegar al municipio.Juan Carlos ToroEl actual cementerio de Villaluenga es, en verdad, la antigua iglesia de San Salvador. Tuvo este uso hasta que en 1808 los franceses la quemaron durante la Guerra de la Independencia. El templo se quedó en ruinas y los vecinos comenzaron a usarlo como lugar de enterramientos a lo largo de ese siglo. Ahora mismo, tiene garantizado espacios para los próximos 20 años, aunque ya están empezando a recibir peticiones de foráneos para enterrarse en el lugar.Juan Carlos ToroLas hermanas María -en primer término- y Rosario Benítez -justo detrás de ella- acuden todos los años a arreglar las tumbas de sus familiares para el Día de los Difuntos. Tienen que limpiar y colocar flores a sus abuelos, padres y suegros de una de ellas. Saben que, cada vez, menos gente quiere continuar esta tradición por eso Rosario prefiere que, cuando fallezca la quemen “para no dejar cargos ningunos”.Juan Carlos ToroLa iglesia data de principios del siglo XVIII. Tras el incendio, se quedó sin cubiertas, solo con las pechinas, los muros y el campanario en pie. El Ayuntamiento ha iniciado la restauración de las ruinas para evitar que se desplomen. Ya ha invertido 60.000 euros en la recuperación del campanario y ahora piensa gastar 100.000 más en el sostenimiento de las pechinas.Juan Carlos ToroLa celebración del Día de los Difuntos -2 de noviembre- está muy instaurada en Villaluenga. Normalmente, son las vecinas las que acuden al camposanto a encalar las tumbas, limpiarlas y colocarles flores frescas. “Hay que ponerlos bonitos”, asegura María Benítez. Las constantes capas de pintura blanca resaltan en el término bajo con el aspecto decadente de las ruinas del cuerpo superior.Juan Carlos ToroEn el cementerio de Villaluenga los muertos ocupan cada centímetro disponible. Hay tumbas en los huecos de antiguos retablos, en los bajos de los muros de la iglesia o de la sacristía. Incluso hay difuntos que descansan en uno de los goznes de la puerta de entrada, a más de dos metros de altura. Las lápidas más antiguas datan de finales del siglo XIX.Juan Carlos ToroMuchos nacidos en Villaluenga que se van a vivir fuera deciden regresar al pueblo para su descanso final. Hace poco, recibió los restos de una vecina que vivía en Estados Unidos y ahora espera los de su marido, un estadounidense que también se enterrará aquí. Rafael Piña, de 87 años, trabaja en estos días adecentando la tumba de una familia que ahora vive en Ronda y que no puede venir, pero desea mantener en buen estado el nicho de sus familiares.Juan Carlos ToroEl investigador Antonio Benítez -en la imagen- siempre defendió que el cementerio de su pueblo era el monumento más destacado del lugar. En los últimos años, el turismo ha llegado para darle la razón. El camposanto ha sido escogido como el segundo camposanto más bello de España, según la votación de la publicación digital ‘Adiós Cultural’.Juan Carlos Toro