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¿Qué hacen diez personas mayores desconocidas sobre las tablas con la actriz Blanca Marsillach?

“Mientras sumas años a la vida, suma vida a los años”, subraya la empresaria, que representa en Jerez una obra de teatro en homenaje a su padre

Un momento del ensayo en la sala Compañía, en Jerez de la Frontera.
Un momento del ensayo en la sala Compañía, en Jerez de la Frontera.Compañía de Blanca Marsillach
Jesús A. Cañas

“Yo es que te veo la cara y siento pánico. Jamás en la vida podría pensar estar en un escenario contigo haciendo poesía”, exclama el jerezano Manuel Rosa desde el extremo del medio corro de sillas formado entorno a la actriz Blanca Marsillach. Pero el hombre, de 73 años, disimula bien su miedo a juzgar por cómo, ni 15 minutos después, recita con soltura el soneto A un hombre de gran nariz al ritmo que Marsillach le marca con los palillos.

Manuel Rosa y otros nueve mayores hacen el último ensayo general de Entre versos y Marsillach, una obra de teatro homenaje y, a la vez, adaptación del actor Adolfo Marsillach (Barcelona, 1928-Madrid, 2002). Algunos de ellos ya han hecho sus pinitos en el teatro amateur, para otros es la primera vez. Para todos, compartir tablas con una reconocida profesional como Blanca Marsillach es una experiencia única por la que no paran de repetir “gracias” una y otra vez. Esa huella indeleble será el recuerdo que se lleven cuando la tarde de este viernes 4 de octubre representen su función sobre el escenario de la sala Compañía de Jerez de la Frontera.

Pero ese ni siquiera es el fin principal que persigue la compañía teatral de Marsillach y la Fundación La Caixa para haber recalado en la localidad gaditana con su obra. “Mientras sumas años a la vida, suma vida a los años”, lanza la actriz a sus compañeros de tablas por un día. El consejo es toda una declaración de intenciones de lo que la actividad persigue: promocionar la participación social de los mayores a través del teatro y ayudarlos a mejorar sus competencias y habilidades personales.

Compañía de Blanca Marsillach

Con ese leimotiv basado en el envejecimiento activo, Blanca Marsillach puso en pie una adaptación de Una noche con los clásicos, la obra que su padre interpretó en 1997 junto a Amparo Rivelles y María Jesús Valdés. Hace ya tres años que esa selección de poesías clásicas de Quevedo, Lope de Vega o Góngora recitadas por personas mayores empezó a rular por multitud de teatros españoles. En total, la compañía ya ha visitado 35 ciudades y ha subido sobre las tablas de un teatro a 300 personas mayores; Jerez es la séptima ciudad visitada en lo que va de año.

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“Es una obra que hizo mi padre hace 35 años en el Corral de Comedias de Almagro. La selección la hizo el propio Marsillach. Esta tarde tendremos la posibilidad de darle la réplica”, anuncia la actriz a sus compañeros de escena. Por si Manuel Rosa no tuviera pocos nervios por eso de plantarse en un escenario a recitar poesía. Pero Blanca Marsillach le advierte: “Los nervios también son necesarios”.

Con la sencilla escenografía de una proyección del rostro del desaparecido actor y de un atril, los diez mayores del Centro de Participación Activa Jerez-Las Torres comparten escenario, poco antes de hacer el último ensayo general para la representación de la tarde de este viernes. En total, los seleccionados llevan cinco sesiones formativas en las que han aprendido a desentrañar la correcta entonación y dicción de poesías clave de la literatura española como Poderoso caballero es Don Dinero, de Francisco de Quevedo, Que se nos va la Pascua y Letrillas, de Góngora, e incluso Elegía a Ramón Sijé, de Miguel Hernández.

Pero antes de arrancar el último ensayo, la actriz les hace una exhortación más: “La soledad es una cosa que puede uno sentir a cualquier edad. En este mundo de hoy la gente ya no se comunica, se han perdido una buena charla. Este es un programa del alma y quiero que vosotros digáis lo que estáis sintiendo”. Y Mari Carmen Santos, de 75 años, le recoge el guante. No puede evitar emocionarse al recordar a su marido, fallecido hace 28 años, maestro de profesión, actor de afición y seguidor de Adolfo Marsillach con admiración.

“Nosotros vivimos el tiempo de él”, recuerda Santos con los ojos vidriosos. Poco antes de arrancar el ensayo, la jerezana recuerda “los grandes sacrificios” que el matrimonio tenía que hacer para escaparse a los teatros de la Gran Vía de Madrid y así poder ver representaciones del actor. “Siento una satisfacción enorme por hacer esto. Hoy, si mi marido me viera, estaría orgullosísimo de mí”, remacha la anciana con la voz quebrada.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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