_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Clitoridianas

Bien está que los publicistas nos vendan como empoderador de mujeres un cacharro a pilas, hermanas. Otra cosa es que les compremos el relato

Luz Sánchez-Mellado
Getty/ S Moda
Getty/ S Moda

Vale que con la edad debo de estar volviéndome resistente a los cambios, pero el último grito en juguetería sexual femenina me parece más de lo mismo. Se trata de un estimulador de clítoris que promete orgasmos en dos minutos sin ni siquiera tener que entrar en contacto con la zona gracias a la generación de ondas electromagnéticas. Dos minutos para el clímax, presume el aparato, como si fuera una plusmarca olímpica, cuando cualquier mujer con cierta práctica en la disciplina sabe que puede correr más rápido y sin ayuda técnica. Y como si la celeridad en alcanzar la meta fuera un plus en ese deporte. Debo de estar mayor, ya digo, porque el invento está arrasando entre las millennials y ya hay quien lo califica como el nuevo y revolucionario vibrador feminista dado que, al manejarlo una misma y no precisar introducirse en ningún sitio, nos libera por fin del yugo de la secular falocracia. Como si no hubiera clitoridianas de toda la vida.

Aunque personalmente el onanismo a solas me aburre que me mata, no seré yo quien le ponga pegas a todo adelanto que sirva para darle alegría a nuestro cuerpo, Macarenas. No siempre se puede o se quiere tener compañía y la autosuficiencia es un grado. Ahora, que no me vengan con que el Satisfyer, poético nombre del utensilio, es el tótem del feminismo de la cuarta ola y la abolición de la falodependencia cuando es poco más que un chirimbolo para autosatisfacernos rapidito y seguir produciendo, porque me entra la risa. En ese sentido, encuentro mucho más revolucionario el método de una amiga que, en épocas de sequía, se deja el sueldo en masajes terapéuticos solo para que unas manos humanas la toquen. Bien está que los publicistas nos vendan como empoderador de mujeres un cacharro a pilas, hermanas. Otra cosa es que les compremos el relato. El cacharro ya lo voy reservando, que nunca vendrá mal para unas prisas.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_