Instrucciones para fabricar una crisis
Cuando haya límites institucionales, di que tú representas al pueblo y quien te controla es su enemigo
Empiezas luchando por la hegemonía en un sector. Es una pelea entre élites, pero te presentas como la voz del pueblo: es una maniobra de distracción, crees que puedes controlar el resultado. Necesitas una fractura y una causa: es útil el plebiscito y resulta eficaz la idea de nación, un grupo de personas unidas por un error común sobre su ascendencia y una aversión compartida hacia sus vecinos, según Karl Deutsch. El error común es un mito; solo hay que activarlo: tiene un componente de nostalgia y combina victimismo y supremacismo. La prensa te ayudará: en parte por dinero; en parte porque la afirmación de que todo nos iría mejor si no fuera por culpa de los demás no se suele verificar: nadie tiene defensa contra la adulación.
Te ayudarán políticos que solo pensaban a largo plazo: personas que han tenido una obsesión en su carrera y cuya monomanía los condenaba a la marginalidad verán su momento dorado. Y te ayudarán oportunistas que solo piensan en el resultado inmediato. Los medios ennoblecerán a charlatanes transformándolos en estrategas, convirtiendo la improvisación en un plan maestro. Tu mala educación representará tu autenticidad. Que no domines los datos y no te importe será una virtud: los expertos también se equivocan; tú al menos lo reconoces. Aprovecha los errores de tus rivales y la desventaja propagandística del realismo frente a la utopía. Cuando haya límites institucionales, di que tú representas al pueblo y quien te controla es su enemigo: la restricción constitucional no es un contrapeso a tu poder, sino un freno a la democracia. El fringe conquistará el mainstream y habrá poco espacio para retroceder: cualquier matiz se convertirá en una traición, los problemas indican que hay que ser más radicales. Tienes opciones: desde el fraude de ley al autogolpe. Es bueno que haya un periodista al frente del Gobierno: es el trayecto más breve a la distopía. La ruta para restaurar la soberanía parlamentaria exigirá suspender el Parlamento, en busca del autogobierno romperás las normas que protegían ese autogobierno. Defendiendo una tradición inventada, quebrarás las tradiciones reales que facilitaban la convivencia. Habrás destruido el mito que querías defender y socavado instituciones más importantes que ese mito. Será un proceso largo, y es bueno que estalle al final del verano: como los mejores romances estivales, continuará cargado de pasión y hastío en el otoño. @gascondaniel
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