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Doce cosas de la celebración de mi boda de las que me arrepentí justo al día siguiente

Pagar 800 euros por una hora de barra libre, no delegar en la organización o hablar más de la cuenta (por culpa del vino) son algunas de las penitencias con las que muchos españoles lidian tras el enlace

"Me arrepiento de haber gastado miles de euros en poner flores en la iglesia". Descubrimos la cara b de las bodas, un día que está considerado como mágico, pero que como todo tiene sus luces y sus sombras. En la imagen, Steve Martin y Kimberly Williams en la película 'El padre de la novia' (1991).
"Me arrepiento de haber gastado miles de euros en poner flores en la iglesia". Descubrimos la cara b de las bodas, un día que está considerado como mágico, pero que como todo tiene sus luces y sus sombras. En la imagen, Steve Martin y Kimberly Williams en la película 'El padre de la novia' (1991).
Sara Navas

“Lo más razonable que se ha dicho sobre el matrimonio y sobre el celibato es esto: hagas lo que hagas, te arrepentirás". Lo dijo Agatha Christie, la novelista más vendida de todos los tiempos —según El libro Guinness de los récords—, y muchos de los españoles que han pasado por el altar parecen suscribirlo.

En la actualidad, las parejas españolas continúan queriendo celebrar junto a sus seres queridos uno de los sentimientos más puros que invaden al ser humano: el amor. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2017 (último año del que se tiene registro) se celebraron 173.626 bodas en España. Traducción: la celebración de enlaces sigue siendo una práctica habitual en la sociedad española y, como la mayor parte de las decisiones trascendentales de la vida, estos eventos conllevan en muchas ocasiones posteriores remordimientos.

En ICON hemos hablado con una decena de españoles que han pasado por la vicaría o el juzgado para contraer matrimonio y hemos descubierto que el arrepentimiento se repite en muchas de las historias ligadas al día de la boda.

"Me arrepiento de no haber bebido más antes de la boda". Natalia, ingeniera de 30 años: "Al despertarme al día siguiente y ver las fotos y los vídeos que empezaron a mandarnos los invitados me di cuenta de que me pasé toda la boda tiesa como un palo pendiente de que todo estuviera saliendo tal y como habíamos previsto. Y no solo las horas previas. Durante la celebración —el cóctel, la cena y el baile— estaba en tensión constante... Se me veía en la cara y en cómo interactuaba con la gente ese día. Si pudiera volver atrás me bebería unas copas de vino antes de salir de casa, seguro que habría estado mucho más relajada y habría podido disfrutar más de la noche".

"Me arrepiento de haber pasado por el aro y haberme casado". José, publicista de 42 años: "Yo no tengo ningún problema con el compromiso, llevo con mi novia 14 años y ya me sentía un hombre casado antes de nuestra boda. Por eso nunca quise pasar por el aro de una boda, que básicamente consiste en celebrar el amor pagando una auténtica burrada por absolutamente todo. Pero a mi chica le hacía mucha ilusión y al final nos liamos la manta a la cabeza. Nos gastamos una pasta en algo que no lo vale. Desde el mismo momento en que me estaba casando sabía que me iba a arrepentir de aquello. La boda nos costó alrededor de 40.000 euros y, aunque recuperamos la mayoría del dinero invertido, me parece absurdo pagar ese dineral por casarse. Estoy feliz de estar con mi mujer, pero me arrepiento de haber cedido y haber invertido tanto tiempo y dinero en algo que va en contra de mis principios".

"Me arrepiento de todo lo que dije ese día". Ignacio, abogado de 35 años: "El día de mi boda estaba tan nervioso que parecía que iba borracho. Me costaba mantener una conversación e incluso hilar dos frases de manera coherente. Hice un discurso que, de eso me di cuenta al verlo al día siguiente en un vídeo que me pasó mi hermano, no tenía ni pies ni cabeza. Realmente me da vergüenza escucharlo aún hoy, cuatro años después de la boda. Además, por cosas que me contaron mis amigos más tarde, parece que ninguna de las charlas que tuve con los invitados fue demasiado lúcida. Es más, con los nervios conté más de una anécdota inapropiada. Mi mujer todavía se cabrea cuando le recuerdan alguna de las cosas que dije (y que sin embargo yo soy incapaz de recordar haber dicho)".

"Me arrepiento de haber pagado 800 euros por una hora de barra libre". Sonia, comercial de 40 años: "Mi marido y yo contratamos barra libre hasta las cuatro de la madrugada pero el sitio donde celebramos la boda nos daba la opción de ampliar una hora más si veíamos que los invitados se quedaban con ganas de fiesta. Cuando llegó la hora límite, el maître nos preguntó si finalmente queríamos ampliar una hora de barra libre pagando 800 euros por ella. A esas alturas de la noche quedaban únicamente 15 invitados, pero estaban tan entregados que nos dio pena echarlos así que decidimos ampliar hasta las cinco de la mañana. Al día siguiente no paraba de preguntarle a mi marido cómo habíamos podido pagar semejante cantidad cuando solo quedaba el 10% de nuestros invitados. Lo peor de todo fue que tres de los pocos invitados que quedaban se tuvieron que ir de la boda a los cinco minutos de que hubiéramos pagado la hora extra porque uno de los amigos de mi marido se rompió una pierna al resbalarse bailando y tuvieron que llevárselo al hospital".

"Me arrepiento de no haber delegado más cosas ese día". Alberto, periodista de 38 años: "Me lo podría haber pasado mucho mejor en mi boda si hubiera delegado en alguien de confianza la toma de cualquier decisión que hubiera que hacer ese día. Recuerdo tener que responder muchas preguntas al maître durante el cóctel y la cena y pasar las horas previas a la boda mandando whatsapps constantemente tratando de cerrar los últimos detalles. Estuve más pendiente de que todo estuviera bien que de disfrutar el momento".

"Me arrepiento de haber pagado 200 euros a una peluquera incompetente". Patricia, profesora de 37 años: "Fue fatal porque la peluquera llegó una hora tarde. El día de la boda todo es un drama, y eso que yo estaba borracha porque me había tomado una botella de albariño y todo era maravilloso. Pero fue dramático porque el peinado era súpercaro y tuve que pagar una pasta. La peluquera me hizo unas pruebas y me quería disfrazar haciéndome un peinado con el que yo no estaba cómoda. Al final pagué 200 euros por un recogido que se me deshizo antes de que acabara la ceremonia y acabé pareciendo una loca viuda el día de mi boda. Cada vez que pienso en mi boda pienso en lo que me arrepiento de haber elegido a esta señora para que me peinara...".

"Me arrepiento de haberme casado en julio". Lolo, parado de 36 años: "Cuando entras en la espiral que supone la organización de una boda hay cosas que ni te planteas. En nuestro caso, una de esas cosas fue la época para celebrarla. Dimos por hecho que debía ser en mitad del verano sin valorar otras opciones y decidimos casarnos a mediados de julio. Fue un gran error. Esas fechas en Madrid, donde nos casamos, son criminales por el calor que hace. Además, la época estival es la peor para la luna de miel porque es la temporada más alta de viajes y los sitios donde se celebran bodas te cobran el doble por casarte en verano".

"Me arrepiento de haber comprado alianzas". Juan, abogado de 47 años. "La misma noche de bodas nos quitamos las alianzas al llegar a la habitación del hotel, las metimos en su caja y no nos las hemos vuelto a poner desde entonces. Creo que ni las hemos vuelto a sacar de su caja para admirarlas un rato o comprobar que siguen ahí. Junto con la bici estática, las alianzas han sido la peor inversión que hemos hecho como pareja".

"Me arrepiento de haber gastado miles de euros en poner flores en la iglesia." Alejandra, diseñadora de 32 años: "Pagué 3.500 euros por los arreglos florales con los que decoramos la iglesia, que al final resultaron ser cuatro flores por banco y dos mal puestas en el altar. Al revisar la cuenta bancaria al día siguiente y recordar lo que habíamos pagado por el fraude floral me eché a llorar. Fui consciente del error tan grande que había cometido... Me pasé una semana pensando y escribiendo una lista con todo lo que podíamos haber hecho con ese dinero. Hace dos años de esto y me sigue torturando ver las flores en alguna foto de la boda".

"Me arrepiento de haber invitado a gente que me es indiferente". Noelia, peluquera de 50 años: "Tuve que dedicar un tiempo muy preciado, la boda pasa volando y cuando te quieres dar cuenta ya ha terminado todo, en saludar y hablar con gente que en el mejor de los casos me era indiferente y en el peor me caía mal —primos lejanos, compañeros de trabajo, amigos de mis padres—... Me casé hace 16 años, si volviera a hacerlo hoy tengo muy claro que no invitaría a esas personas al que ha terminado siendo uno de los días más especiales de mi vida. Sencillamente me hubiera gustado que no formaran parte de él".

"Me arrepiento de haber hecho el baile nupcial". Paula, pedagoga de 38 años: "Hay un marketing tan rígido en torno a las bodas que al final tienes que hacer un poco lo que te marca el mercado. Yo no quería hacer el baile porque me parece ridículo bailar con tu pareja frente a cientos de invitados como si fueras una estrella del pop. Lo peor es que al final abrimos el baile con una mierda de canción de Enrique Iglesias, y aunque es una chorrada me arrepiento mucho. A veces lo pienso y me pregunto cómo es posible que hiciéramos eso".

"Me arrepiento de haber llevado una camisa con puños para gemelos". Guillermo, traductor de 41 años: "Cuando fui a hacerme el traje de mi boda, los sastres me convencieron para que me hiciera a medida una camisa con puños para llevar gemelos. Les dije que no quería porque esa iba a ser la única camisa a medida que iba a tener y quería darle más usos sin estar obligado a llevar gemelos cada vez que quisiera ponérmela. Pero se empecinaron en que yo era el novio y tenía que destacar llevando gemelos sí o sí y básicamente no me dejaron hacerme la camisa con unos puños normales. Como yo ya sabía, hacerles caso fue un gran error. En el momento en que me quité la camisa al llegar a casa supe que jamás volvería a llevarla. Diez años después puedo confirmar que así ha sido".

Sobre la firma

Sara Navas
Redactora de ICON desde 2016, año en que llegó a EL PAÍS. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito el libro ‘La monarquía al desnudo. Del rey que nació en un retrete al soberano playboy’.

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