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Un viaje en el tiempo: Shanghái, 1988 Tras Nueva York y Río de Janeiro nos vamos con Francisco Ontañón a Shanghái, la Perla de Oriente, recuperando imágenes que antes habían sido digitalizadas o que, publicadas en nuestras páginas de papel, permanecían inéditas en Internet Francisco Ontañón (Barcelona, 1930 – Madrid, 2008) fue uno de los grandes maestros de la fotografía. Huérfano desde niño (su padre muere en la Batalla del Ebro y su madre, poco después de finalizar la guerra), tuvo que ponerse a trabajar desde chaval y se convirtió en fotógrafo de manera autodidacta. En 1985 comenzó a publicar sus reportajes en EL PAÍS, a cuya plantilla se incorporó dos años después. En 1988 realizó una serie de viajes alrededor del mundo, al que pertenece esta serie. Francisco Ontañón Tráfico en un cruce en la ciudad más poblada de China. La Shanghái de Ontañón es una ciudad de chinos (sin extranjeros ni turistas que la invaden a día de hoy) en la que perdura su pasado colonial pero ajena todavía al próximo crecimiento urbanístico en el que perderá muchos de sus barrios tradicionales para dejar sitio a gigantescos rascacielos construidos tras las reformas económicas de los años noventa. Francisco Ontañón Un puesto de venta de comida. Francisco Ontañón Un trolebús lleno de viajeros circula entre bicicletas. Francisco Ontañón “A mí me gusta ver en el interior de las imágenes a las personas todavía vivas, pensando, ensimismadas, como apartadas de la realidad, con esa vida interior, esa determinación que las hace diferentes a las demás, más allá del tiempo”, decía Ontañón de su manera de trabajar. Francisco Ontañón La cartelera de un cine en Shanghái en 1988. Francisco Ontañón Una familia, en la puerta de su casa. Francisco Ontañón Un edificio colonial en Shanghái. Durante un siglo, desde el Tratado de Nankin en 1842 hasta el triunfo de la Revolución en 1949, la capital económica de China estuvo en manos de las potencias extranjeras (Inglatera, Francia, Estados Unidos y luego Japón durante la Segunda Guerra Mundial) que dejaron su huella en el urbanismo de la ciudad. Francisco Ontañón Venta de pescado en barreños en un puesto callejero. “Mis principios morales como profesional, si es que los tengo, han sido no ridiculizar a la gente y no abusar de la miseria”, explicaba Ontañon en 2007, en el documental ‘Afal, una mirada libre’. Francisco Ontañón Puente del Jardín Yuyuan, uno de los más afamados de China. Fue construido en 1577 por un alto funcionario de la dinastía Ming para que sus padres disfrutaran de su vejez en un entorno tranquilo. Francisco Ontañón La foto del difunto preside una mesa con las ofrendas traídas por familiares para su funeral en el templo de Longhua (el Brillo del Dragón), el más antiguo de la ciudad. Francisco Ontañón Una calle de Shanghái llena de gente. Dos aspirantes a modelos de alta costura esperan su turno para ser examinadas por la directora de la escuela. Francisco Ontañón Hora de comer en un parque. En el reportaje de Nueva York de ese mismo año y que forma parte de esta serie, Ontañón fotografiaba a otro grupo de gente en la misma situación (salvando las distancias). Francisco Ontañón Escaparate de una escuela de modelos en Shanghái. Francisco Ontañón Un hombre lleva unos cestos en una calle de Shanghái. Francisco Ontañón Ropa colgada en los balcones de una vivienda junto al hotel Sheraton, en Shanghái. Francisco Ontañón Un caricaturista callejero. Francisco Ontañón Una calle del Shanghái tradicional. Francisco Ontañón Dos jóvenes, en la orilla del río Huangpu. Francisco Ontañón Decenas de viajeros hacen cola para subir a un autobús articulado. El autobús es el rey del transporte en Shanghái, que cuenta con el mayor servicio de este tipo del mundo. Francisco Ontañón Un puesto de aves en un mercado de Shanghái. Francisco Ontañón Dos de los elementos del pasado cosmopolita: el consulado ruso de Shanghái, en la orilla noble de la ciudad, y el puente de acero de Waibaidu sobre el río Huangpu, que desde su construcción en 1908 es uno de los símbolos de la ciudad. Francisco Ontañón