Veblen y la economía salvaje
Puesto que la disciplina de la vida salvaje ha sido la experiencia más prolongada de la humanidad, la pulsión económica sigue siendo salvaje. Ya no se persiguen el botín o las mujeres, pero sí la acumulación de dinero, el derroche y la exhibición por el gusto de exhibirse
Thorstein Bunde Veblen (TBV), muerto en 1929, es quizá el economista con la carga analítica más apropiada para entender la insaciable avidez por la acumulación de riqueza, en un número ostentosamente reducido de manos evidente a partir de la crisis de 2008. Este profesor hosco, de voz baja y cascada que daba a todos sus estudiantes la misma nota, desdeñó la explicación del interés de Adam Smith y David Ricardo como motor de la economía y entronizó la psicopatología como matriz del orden económico. La clase ociosa, explicó en La teoría de la clase ociosa, tiene como objetivos la rapiña y el expolio conseguidos sin trabajar. Puesto que la disciplina de la vida salvaje ha sido la experiencia más prolongada de la naturaleza humana, la pulsión económica sigue siendo salvaje. Ya no se persiguen el botín o las mujeres, pero sí la acumulación de dinero, el derroche y la exhibición por el gusto de exhibirse. Quienes no forman parte de esa clase, la admiran. El proletariado no quiere desplazar a los patronos, sino emularlos.
Incluso en el supuesto de que la exhibición como trofeo del dinero y de los bienes acumulados no fuesen las pulsiones matrices del lucro, TBV reveló un hecho incontrovertible: las decisiones económicas proceden de irracionalismos antiguos; el hombre económico es un bárbaro civilizado. Schumpeter definió la hipótesis de TBV como una teoría depredatoria de la ganancia. A la vista de cuanto ha sucedido desde 1929 y acontece hoy, la formulación vebleniana es correcta y la descripción de Schumpeter muy acertada. La economía es una máscara sacrificial guiada por los habits of thought (hábitos mentales), que se imponen a la racionalidad de las decisiones y que están profundamente desajustados con el modo de producción.
TBV fue un discípulo díscolo de Karl Marx. Aunque su insistencia en las conductas bárbaras adquiridas está muy lejos de la teoría marxista del valor, su tesis capital, la de que el consumo no se produce por el consumo mismo, sino sobre la base de las cualidades del objeto reflejadas en categorías sociales, es una variante ampliada del fetichismo de la mercancía. ¿Hay una hipótesis mejor que ese fetichismo para explicar los más de 1.000 millones gastados en fichajes por los equipos españoles? ¿O para entender el comportamiento monomaníaco de quienes agotaron las tarjetas black?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.