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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Soñadores del pasado

Donald Trump y Boris Johnson, en realidad, añoran el mundo grande de cuando ellos eran más jóvenes

Jorge Marirrodriga
La columna de Nelson en Trafalgar Square, Londres.
La columna de Nelson en Trafalgar Square, Londres.Alberto Pezzali (NurPhoto vía Getty Images)

Mientras medio planeta se asoma a la pantalla del móvil —lo cierto es que ya no sale de ahí nunca— para ver cómo será de viejo y a continuación se gasta lo que no tiene en ungüentos, dietas, ejercicios y “experiencias vitales” en la ilusión de que podrá evitarlo, en Londres se ha producido un conmovedor ejercicio de realismo histórico que ha pasado bastante desapercibido en medio de tanta arruga y cana virtual.

“Nuestra Armada Real es demasiado pequeña para gestionar todos nuestros intereses a lo largo del mundo”, ha declarado el secretario de Estado de Defensa del Reino Unido en referencia al apresamiento de un buque británico por Irán en el estrecho de Ormuz. Lo ha dicho el representante de un país que gobernó el mundo gracias precisamente a sus barcos. Palabras pronunciadas a metros de donde se levanta el monumento a Horacio Nelson, el tipo que paró los pies a Napoleón en el mar y que se dejó la vida para vencer en Trafalgar. Los cuatro leones de su columna están hechos con el bronce de cañones españoles. Para Nelson, lo demasiado pequeño no era su Armada, sino el propio mar.

Es verdad que las cosas no son lo que eran. Y lo más importante que se les olvida a algunos: no lo volverán a ser. Pero parece que el reconocimiento del secretario de Estado de Defensa no tiene un sentido de reflexión, sino aires de recochineo político. “Si esa es nuestra intención futura, será algo que corresponderá reconocer y manejar al nuevo primer ministro”, ha añadido. En el alambicado estilo lingüístico británico, esto quiere decir ahí os quedáis. Significa que quien hoy sea elegido líder del Partido Conservador, y ocupe el cargo —dure el tiempo que dure— de primer ministro, tendrá que buscarse la vida con el problema.

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Probablemente, el elegido será Boris Johnson, uno de esos soñadores del pasado que tanto triunfan ahora. Ese tipo de personaje que considera borrable de un plumazo todo el tiempo transcurrido desde el momento en que considera que las cosas comenzaron a torcerse. Johnson tiene al otro lado del Atlántico, en Donald Trump, un buen ejemplo de esa estrategia. En realidad, añoran el mundo grande de cuando ellos eran más jóvenes. Pero eso no hay aplicación informática que lo cambie y Nelson no va a bajar de su columna.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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