Algunas de las viñetas de Stevens tienen una doble lectura. El dibujo es una crítica a la importancia de las redes sociales y, por otra parte, una forma elegante de rechazo.MICK STEVENSLa religión es uno de los grandes temas de Stevens. Una de las figuras que más utiliza es un ángel a las puertas del cielo. "Me gusta utilizar clichés para romperlos", explica el ilustrador.MICK STEVENSMick Stevens empezó a colaborar con The New Yorker en 1979. Desde su primera viñeta, 'La vida sin Mozart', ha publicado más de 900 viñetas en la revista.MICK STEVENSNo es una casualidad que las ilustraciones de Stevens hayan llegado a 'The New Yorker'. El estadounidense cuenta entre sus influencias a Jack Ziegler, padrino de los 'cartoons' que empezó a colaborar con la revista en 1974 y falleció en 2017.MICK STEVENSStevens se aleja de la crítica política y políticamente incorrecta: "Mi humor es muy inocente. Si creo que alguna idea puede ser incendiaria, la dejo fuera de mis dibujos".La tecnología también ha sido protagonista en las dos últimas décadas. El viñetista cree que la propiedad privada de los dibujos se ha "difuminado" con las redes sociales: "Ahora los ilustradores no somos nadie".MICK STEVENSEl estilo de Mick Stevens obedece al principio de que menos es más. El náufrago en la isla desierta es uno de los clichés que más le gusta desmontar.MICK STEVENSEl estilo de Mick Stevens y 'The New Yorker' se unen en el mismo principio: menos es más. "The New Yorker retrata cómo es vivir en Nueva York, atiende a un estilo de vida intelectural", observa el viñetista.MICK STEVENSLas aficiones de Stevens fomentan la reflexión: nada, practica yoga y juega al billar. Todos los dibujos que produce, diez cada semana, los termina en la misma habitación.MICK STEVENSEl editor de 'cartoons' de 'The New Yorker' entre 1997 y 2017, Bob Mankoff, define el estilo de Stevens: "Cada viñeta, cuando se hace bien, es como una película de comedia clásica comprimida en un solo cuadro".MICK STEVENSLa paciencia es para el estadounidense el factor que diferencia a un dibujante de otro. Durante mucho tiempo, envió sus viñetas a 'The New Yorker': "Aunque tuve mi ración de rechazos, no dejé de enviar dibujos". Desde su primera colaboración, ha publicado más de 900 dibujos.
