Defender con orgullo
Las convicciones igualitarias de la inmensa mayoría de los españoles deben prevalecer sobre los prejuicios de una minoría retrógrada
La celebración de la semana del Orgullo Gay, que este año coincide con el 50º aniversario del levantamiento del colectivo LGTBI en Stonewall (Nueva York), viene acompañada de algunos motivos de preocupación. A los cuarenta años de haberse despenalizado la homosexualidad en España y catorce años después del salto que supuso la legalización del matrimonio igualitario, los intentos de involución no han desaparecido. Al contrario, la llegada de Vox a las instituciones con un discurso homófobo y discriminatorio revela que todavia hay resistencias y que es preciso defender las conquistas alcanzadas.
Que Vox haya pedido en la comunidad valenciana los nombres y antecedentes de los activistas LGTBI que dan charlas en los centros educativos es inquietante, no solo por lo que significa de amenaza velada para el colectivo, sino preocupante en una sociedad democrática y abierta que respeta los derechos de las personas. Es un retroceso democrático que se pueda ver en estos talleres una actividad de promoción de la homosexualidad, y no lo que son, una ayuda para que los jóvenes adolescentes puedan encarar esta realidad con conocimiento de causa, rompiendo prejuicios sociales y estereotipos que provocan sufrimiento en quienes a esa edad descubren una orientación sexual distinta. Este tipo de talleres son muy necesarios para evitar el acoso homofóbico, y si algo hay que lamentar es que en muchos centros educativos ni siquiera se trate esta cuestión.
Con estas demandas Vox busca notoriedad política y difundir un discurso que contribuya a normalizar las expresiones de intolerancia, algo que es posible relacionar con el aumento de las agresiones homófobas y de las expresiones de odio contra el colectivo LGTBI. El Observatorio Madrileño contra la Homofobia registró 345 agresiones en 2018, un 7,5% más que el año anterior. Este clima de intimidación acaba afectando a la vida diaria de todo el colectivo: seis de cada diez personas LGTBI esconden todavía su condición sexual en el trabajo por miedo.
Ante esta situación la respuesta es la firme defensa de los derechos conquistados. El resto de fuerzas políticas no pueden ignorar, a la hora de establecer pactos en las instituciones, el peligro que representa el programa de Vox por el cuestionamiento de consensos tan básicos en una democracia. Deben impedir cualquier intento de regresión y combatir un discurso que nos empobrece a todos. Atentar contra los derechos de las personas LGTBI es atentar contra los derechos de todos los ciudadanos. Las convicciones igualitarias de la inmensa mayoría de los españoles deben prevalecer sobre los prejuicios de una minoría retrógrada, que hace de la persecución de quienes ve como diferentes uno de sus ejes de actuación política.
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