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Columna
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La tecla

Me pareció que había entendido cosas que realmente importan. Al día siguiente las olvidé

Leila Guerriero

Llegué a su casa a la una de la madrugada y salió a recibirme mientras hablaba por teléfono. Con un gesto me indicó la puerta que da a la cocina. Entramos y miré asombrada esa parte que no conocía del departamento en el que había estado varias veces: salas y mesas que parecían replicarse al infinito. Cuando colgó, nos saludamos con un abrazo fuerte. Hablamos brevemente de cosas que habían sucedido. Después pasamos al comedor donde me presentó a los demás. Las ventanas estaban abiertas y la noche entraba como el cauce de un río. A eso de las tres de la madrugada él se puso de pie y caminó hasta el piano con ese andar tan suyo, como si apartara multitudes. Empezó a tocar. Cantó canciones de otros —no las suyas, las que lo transformaron en leyenda—, y de pronto me señaló y dijo: “Vení, tocá conmigo”. Me retraje, como siempre hago cuando los focos se vuelven hacia mí. Contesté: “No, no sé tocar el piano”. Con un escepticismo divertido, como quien dice: “¿Quién sabe realmente hacer algo?”, me respondió: “Dale, vení”. Me senté en la banqueta, a su lado. Me indicó: “Tocá la melodía”, como si eso lo explicara todo. Fue como estar al volante de una Ferrari sin saber manejar, con alguien que convertía cada una de mis maniobras escandalosas en algo hermoso. Hasta que, de pronto, toqué una tecla negra que saltó por el aire y terminó sobre la tapa del piano de cola Yamaha que debe costar una fortuna. Me quedé paralizada. Él tomó la tecla, se la puso en la boca a modo de cigarro, me miró con aire rufián y me dijo: “No pasa nada”. Me fui a las cinco. Mientras volvía a casa en taxi recordé los años en los que esta ciudad era mi tumba, en los que el futuro parecía un insulto. Me sentí como una vasija, limpia y sencilla, dispuesta a inaugurarlo todo. Me pareció que había entendido cosas que realmente importan. Al día siguiente las olvidé.

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Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

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