La casa de Clooney que conoce los secretos de sus amigos de Hollywood
Los Obama y sus hijas han sido los últimos invitados a la famosa villa italiana que el actor posee en en el lago de Como
La familia Obama ha pasado el pasado fin de semana en la mansión que el actor George Clooney y la abogada de derechos humanos Amal Clooney poseen en el lago de Como. Se trata de una imponente villa con unas sensacionales vistas al agua y a los Alpes, con un embarcadero privado, un cine al aire libre y un inmenso parque que además de ser el refugio italiano del intérprete se ha convertido también en destino preferido de innumerables estrellas de Hollywood, invitadas por el artista y en cuna de eventos solidarios.
Los Obama, que empezaron sus lujosas vacaciones europeas hace dos semanas en el sur de Francia, días después de la graduación en la escuela secundaria de Sasha, la menor de sus hijas, llegaron el sábado a la localidad de Laglio, donde está Villa Oleandra, la propiedad del actor. Pasaron allí dos días, disfrutando de la tranquilidad e intimidad que ofrece el paraje paradisíaco. El domingo por la tarde se les vio cruzando el lago en una pequeña embarcación, para trasladarse para cenar al lujoso hotel de 5 estrellas Villa D' Este, en Cernobbio.
George Clooney y Barack Obama mantienen una estrecha amistad desde hace años, que se reforzó en 2012, durante la campaña para la reelección del entonces presidente estadounidense, en la que participó el actor.
Los Obama son los últimos de la larga lista de huéspedes ilustres de la villa, conocida en Italia como el Hollywood del Lago de Como. El intérprete compró la propiedad en el Bel paese en el año 2002 y desde entonces pasa todos los veranos en ella. La fastuosa mansión se ha convertido en una alfombra roja sobre el agua por la que han pasado los duques de Sussex, Brad Pitt, Matt Damon, Jenniffer Aniston, Michael Douglas o Catherine Zeta Jones, entre otras estrellas. El pasado verano, el príncipe Enrique y Meghan Markle pasaron allí unas breves vacaciones de recién casados con George y Amal. Según señalaron los medios italianos, la pareja real británica no salió de la villa, pero aprovechó el tiempo para desconectar, jugar al baloncesto y entretenerse con los pequeños mellizos Clooney, Ella y Alexander, de 2 años.
La exquisita mezcla de elementos clásicos y modernos es, según quienes conocen el interior de la villa, lo que hace las delicias de los visitantes. El arquitecto Max Formica, que ha participado en tareas de mantenimiento de la finca, ha explicado a la revista Io Donna que uno de los principales atractivos del complejo es una sala-pizzería con un gran horno de leña. También ha relatado que la joya de la corona es el viejo establo, reconvertido en una bodega.
Para poder disfrutar de los fastos de la mansión ya no es indispensable ser una celebridad. El matrimonio Clooney lanzó el pasado mayo una iniciativa intrigante que abre el apetito por sí sola: una cena con ellos, para dos afortunados, fijada para mediados de julio, en su lujosa villa del lago. Para conseguirla, es necesario participar en un concurso benéfico planteado para recaudar fondos para la Fundación Clooney para la Justicia, que está enfocada en su promoción dentro y fuera de los tribunales y en la defensa de los derechos humanos en todo el mundo.
El actor ha presentado el proyecto en un vídeo en el que bromea sobre su popularidad y la de su esposa Amal, a quien se refiere como “el polo atractivo” de la pareja, y anuncia una cena para el mejor postor con él, “un actor”, y con ella, “abogada de fama mundial por los derechos humanos, profesora de Derecho, activista por la justicia”. La experiencia incluye un almuerzo con George y Amal, donde se degustarán algunos de los mejores prosecco italianos, embutidos y quesos, un billete de avión para dos, una habitación en un hotel de 4 estrellas y, como no, una foto de recuerdo.
El flechazo del actor con la mansión se produjo gracias a una avería en su moto. Corría el verano de 2001, Clooney estaba recorriendo el norte de Italia a bordo de su Harley-Davison cuando un fallo mecánico lo obligó a detenerse frente a la entrada de la imponente villa. Llamó al timbre en busca de ayuda y los propietarios de la época, los herederos de John Heinz, el rey del Ketchup y senador republicano estadounidense, lo auxiliaron. El intérprete quedó tan fascinado por los interiores de esta residencia del siglo XVIII y por las vistas que acabó pagando casi 10 millones de dólares para comprarla.
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