Muchas más de mil
No, no son mil, son muchas más de mil porque, al asesinarlas, esos cobardes sin alma nos matan un poco a todos. Matan la niñez de sus huérfanos, la vejez de sus padres, a sus hermanos y la parte de nuestras almas que también arruinan.
¿Cómo hemos llegado a este millar maldito? Nos sonrojamos de vergüenzas y sangres, nos avergonzamos de lutos y duelos, y nos dolemos de rabias y congojas. Mirémonos al espejo con ojos de implacable juez, porque todos somos algo cómplices de estas muertes, de esta sociedad incapaz de acabar con esta miserable sangría.
José A. Martínez Lamoca
Madrid
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