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Rompiendo con los tabúes de la sexualidad en mujeres mayores

Esa idea social y cultural de que ellas son asexuales limita mucho su vida

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Las consignas sociales, religiosas y políticas de los años cuarenta y cincuenta en torno a la sexualidad condicionaron enormemente los usos amorosos de quienes vivieron aquella época. También la de sus hijos, que crecieron ya con aquellas costumbres impuestas en las que las mujeres eran educadas para complacer y aparentar, y cuyo único objetivo en la vida era el matrimonio y el hogar. Lo contó Carmen Martín Gaite en Usos amorosos de la postguerra española, un ensayo en el que la autora refleja las consecuencias de esos usos amorosos impuestos, imposibles de esquivar, en la sexualidad de varias generaciones.

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“A mayor edad, mayor cercanía a la cultura franquista y por tanto un mayor silencio en torno a la sexualidad femenina. Esto ocurre porque había un gran interés en que las mujeres no tuvieran ningún tipo de deseo a partir de los 50, lo cual es muy cómodo para el patriarcado: si las mujeres no tienen deseo, dejamos el campo libre para que los hombres sacien el suyo; popularmente aceptado como más fuerte. Esto que damos por válido es falso porque la capacidad sexual y el deseo del hombre sí se ven más afectados a partir de cierta edad”, explica Anna Freixas, escritora y profesora universitaria especializada gerontología feminista, que en 2018 publicaba Sin reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez’ (Capitán Swing).

 El libro es el resultado de un laborioso trabajo de investigación llevado a cabo durante más de tres años, y en los que se analizó la vida sexual de 729 mujeres de más 50 años. Para Freixas los tabús sobre la sexualidad están más en la sociedad que en las propias mujeres: “Es la sociedad la que considera que la sexualidad no existe después de la menopausia. Es el deseo patriarcal, que tiene una base religiosa y cultural, el que considera que las mujeres a ninguna edad pueden ser demasiado activas sexualmente. Esa idea social y cultural de que las mujeres son asexuales limita mucho la vida de las mujeres. Luego, ellas lo que “siguen” es lo que dice la sociedad y eso es un lastre que limita mucho su libertad sexual o su capacidad para considerar que lo que sienten es correcto. Que les pertenece”.

Silencio en torno a la sexualidad de mujeres mayores

Nerea Álvarez Pérez, psicóloga y sexóloga, trabaja desde hace tres años en un proyecto de talleres sobre sexualidad en zonas rurales de Asturias con grupos de mujeres mayores de 50 años. Por ellos han pasado más de 100 mujeres. Fue una conversación con su abuela la que la llevó a emprender esta idea que ha tenido una enorme acogida. “Estamos ante un momento en el que las mujeres de más de 50 o 60 años reclaman su espacio. La sexualidad ha salido del armario, no podemos hablar solamente de sexo con la gente joven, hay que visualizar cuerpos, placeres y deseos en la madurez, hablar de la plenopausia (menopausia) de una manera más amable y positiva, dejando que sean ellas las que propongan temas que les interesen y dándoles un espacio donde expresarse sin sentirse juzgadas”, cuenta Nerea Álvarez.

Entre los principales miedos que afloran en estos talleres, la experta destaca el miedo de las mujeres a que su opinión no importe, a no tener el derecho a hablar sobre su propio cuerpo y sus deseos. También apunta que muchas lamentan tener la sensación de no haber tenido la oportunidad de vivir en este y otros ámbitos de una manera tan libre como un hombre. “La sexualidad en las mujeres maduras de más de 50 años es un tema que ha estado silenciado y veo que las mujeres necesitan hablar de ello en un espacio seguro y cálido”, explica. Y es que en su experiencia trabajando con grupos de mujeres, Álvarez ha observado una gran diversidad en cuanto a sus experiencias y vivencias en relaciones amorosas o eróticas en función del sitio en el que crecieron, su edad y el tipo de familia, pero a todas les une la falta de información sobre sexualidad y el deseo de expresarse y compartir. “Muchas no podían hablar con nadie –ni con sus madres o hermanas– ni siquiera sobre la menstruación, la “noche de bodas” y mucho menos sobre placer o dificultades sexuales. También me encontré con algunas mujeres que con sus hermanas o amigas hablaban de “sus cosas” y algunas me comentan que tuvieron profesoras que les dejaban libros para que se informaran un poco. Pero la gran mayoría lo que cuentan es que no se hablaba de nada relacionado con la sexualidad”, señala.

La esperanza de vida en España ha aumentado mucho: las mujeres superan en la actualidad los 85 años de media. Y, además, lo hacen en mejores condiciones físicas e intelectuales, por lo que desde que llegan a la menopausia tienen aún varias décadas por delante para disfrutar si se desea de una activa vida sexual. En compañía o solas. En los talleres que ofrece la sexóloga hay mujeres de más de 50 años que descubren por primera vez en su vida la masturbación, un gran tema tabú que no solo afecta a mujeres mayores. “Es relevante y alarmante que muchas mujeres no hayan tenido placer ni en sus encuentros sexuales ni por sí mismas”, lamenta Nerea Álvarez. Según la experta, aún hoy muchas personas asocian la sexualidad o el placer al coito: “Cuando les hablo sobre sexualidad y les digo que la sexualidad no está solamente en los genitales ni en las relaciones sexuales, sino que está en toda la piel, en una mirada o en un gesto se sorprenden mucho porque la mayoría de ellas no lo han vivido así. Vivimos en un sistema patriarcal en el que las mujeres no han tenido libertad para expresar y reclamar sus deseos. Que las mujeres tengan placer y orgasmos sin la necesidad de un hombre, de un pene, es algo que asustaba”.

Las demandas hacia las mujeres también influyen en cómo viven su sexualidad: deben estar siempre guapas, parecer jóvenes, sin dejar de lado su capacidad profesional y personal, los cuidados o su vida social. Unos mandatos sociales y culturales que también generan mucho dinero. “Operaciones, dietas, productos de belleza, ansiolíticos... Nuestros cuerpos de mujeres generan mucho dinero. Es el momento de querer a nuestros cuerpos, de escuchar nuestros deseos y de generar espacios donde las mujeres maduras puedan encontrarse, compartir, escucharse y aprender a vivirse de una manera más bondadosa y satisfactoria”, opina Álvarez.

A Anna Freixas le preocupa también el control y la infantilización constante de los mayores, especialmente cuando se trata de personas que se encuentran en una residencia: “En las residencias, los hijos y los cuidadores toman una especie de derecho sobre la vida de la persona mayor y a través de él controlan totalmente su funcionamiento y su sexualidad. En estos espacios no hay libertad para que las personas tengan la oportunidad de disfrutar de su vida sexual en solitario o en compañía ya que, entre otras cosas, los cuidadores entran a sus habitaciones sin pedir permiso”.

Concluye Nerea Álvarez que la sexualidad nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos, es un continuo a lo largo de nuestra vida, y estamos a tiempo en cualquier momento de reencontrarnos con ella y “vivirla de una manera más positiva y satisfactoria”. Cada una a su manera, claro, desde una relación erótica hasta una caricia, una fantasía o un texto. “Debemos ampliar la mirada sobre el placer y sobre el cuerpo”, insiste.

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