Anguilas
A quienes nos inspira su ejemplo cívico nos devuelven la fe necesaria para seguir esta brega política en que el mayor heroísmo es la paciencia
Schopenhauer fue misógino incluso para su tiempo, nada feminista. No descartaba que un hombre pudiera encontrar a la mujer que le hiciese feliz, pero lo suponía poco probable: aproximadamente, como meter la mano en un barril lleno de serpientes venenosas y atrapar la única anguila que había entre ellas. Ahora está mejor visto aplicar el mismo baremo a los políticos: encontrar a uno competente y honrado es como meter la mano... el barril... las serpientes... ¿habrá una anguila? En cambio, entre los ciudadanos votantes se diría que todo son anguilas sabias, ecuánimes y responsables. Si hay alguna víbora, será de importación. Los que pensamos que lo peor de los políticos es lo mucho que se nos parecen haremos bien en callarnos y disimular.
Pues bien, pese a Schopenhauer y demás herpetófobos, ahora se ha demostrado que hay en nuestro espacio político tres anguilas espléndidas dignas de mejor barril. Inés Arrimadas con su fluidez argumental que une la contundencia al encanto y el humor; Cayetana Álvarez de Toledo con la agudeza de una inteligencia respaldada por un background académico tan inédito entre políticos... como raro en la universidad, y Maite Pagaza, cuya convicción tenaz y elocuente hizo callar por un momento en Rentería el coro de rebuznos borrokeños. Las tres tienen coraje, sin el cual la virtud moral o intelectual es estéril. Y están acostumbradas a provocar, es decir, a despertar la ira de los que embisten en cuanto se les acaban los dogmas y los tópicos. A quienes nos inspira su ejemplo cívico nos devuelven la fe necesaria para seguir esta brega política en que el mayor heroísmo es la paciencia. ¡Quién sabe! A lo mejor en el barril hay más anguilas esperando que una ocasión favorable las rescate de la compañía tóxica de las serpientes...
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