_
_
_
_
EN LA CARRETERA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La mirada del forastero

Si solo los afectados tienen derecho a hablar y su punto de vista es el único aceptable, no viviremos en una democracia

Sergio del Molino
Aitor Esteban (PNV) durante su intervención en el acto de presentación del cartel del Aberri Eguna (Día de la patria).
Aitor Esteban (PNV) durante su intervención en el acto de presentación del cartel del Aberri Eguna (Día de la patria).Javier Zorrilla (EFE)

No solo Aznar ha renacido en esta campaña electoral. Otro clásico de la política vintage, Iñaki Anasagasti, se ha hecho notar con un tuit (más viral que el sarampión, claro) a propósito de los debates de la tele. Lo cito sin literalidad, con un poquito de edición: “Cosas difíciles de explicar: puede que en los debates a cuatro de RTVE y de Atresmedia hablen de Cataluña (seguro) y no habrá un catalán o catalana para rebatirlo. Pueden hablar de Euskadi y no habrá un vasco para rebatirlo”.

Más información
La España que vota
Comparador de programas electorales

Quiero atribuir al despiste que no cuente a Albert Rivera como catalán y no, como malician otros, a que no le reconoce tal estatuto por alguna falta de pureza de pedigrí. Dejando eso de lado, lo que plantea Anasagasti —mera rabieta por la exclusión del PNV de las mesas de debate— podría ser una simplonería sin la menor chicha donde agarrarse de no ser porque es una simplonería que se repite de muchas formas y en muchos foros. Ha sido un mantra del procés: no pocas veces, periodistas y políticos catalanes afines al independentismo nos han mandado callar a los no afines arguyendo que no teníamos derecho a opinar sobre Cataluña al no haber nacido ni vivido allí.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

No es la única forma de negación de la palabra del otro. No puedes hablar de feminismo si no eres mujer, no puedes hablar del campo si vives en la ciudad, no puedes hablar de pobreza si eres rico y todos los etcéteras que les vengan a la cabeza. La idea de que solo los vascos pueden debatir sobre asuntos vascos no es solo un alegato nacionalista, sino una inercia mental muy extendida en la sociedad. Si la obedeciésemos, destruiríamos la res publica: un principio fundamental de la democracia es la libertad para meternos donde no nos llaman.

Si solo los afectados tienen derecho a hablar y su punto de vista es el único aceptable, no viviremos en una democracia, sino en un conglomerado de estamentos sin relación los unos con los otros, lo que haría que el mundo se pareciese más a la Edad Media que al ideal ilustrado republicano. Por supuesto que los afectados tienen una perspectiva privilegiada y su voz no puede acallarse, pero no pueden ser los únicos que hablen ni quienes tengan la última palabra.

La mirada del forastero, tan impertinente —y a menudo, claro está, desinformada, superficial y prejuiciosa—, es absolutamente necesaria para completar la del paisano —que no pocas veces está también contaminada por prejuicios localistas, xenofobias arraigadas y paletismos de todo tipo—. Si los demás no nos miran, no existimos. Las identidades se construyen mediante la confrontación de miradas: si los viajeros románticos no hubieran escrito sobre España en los siglos XVIII y XIX, percibiríamos el país de una manera completamente distinta. No hay una forma correcta de mirar una sociedad y solo equivocándonos entre todos podremos, alguna vez, acertar un poco a entender qué diablos somos y cómo queremos convivir, pues de eso va la democracia y de eso deberían ir estas elecciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_