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Elecciones valencianas
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Por favor, que nos sorprendan

Es esta una campaña importante. Sí. Trascendental, dicen los analistas. Histórica, subraya la mayoría. A ver si se nota

Amparo Tórtola
Debate entre los candidatos a presidir la Generalitat valenciana.
Debate entre los candidatos a presidir la Generalitat valenciana.Monica Torres (EL PAÍS)

En uno de sus poemas más bellos, G. K. Chesterton —definido como el príncipe de las paradojas— se expresó así: “Voy a envejecer para todo. Para el amor. Para la mentira. Pero nunca envejeceré para el asombro; siempre me seguirán asombrando las cosas fundamentales”. Arranca en la Comunidad Valenciana la doble campaña electoral de generales y autonómicas y, como el escritor inglés, una ya solo pide que la sorprendan. Llegar al asombro raya en lo quimérico.

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¿Hay alguien ahí, entre los candidatos, capaz de embridar el aburrimiento de las consignas manoseadas, los eslóganes de laboratorio, la satanización del contrario y, en definitiva, los lugares comunes?

Atrévanse. Aprovechen la campaña para sacar a pasear aquel espíritu indómito que en sus mocedades o madureces les arrastró a la práctica política porque querían cambiar el mundo. En el biopic Palme —Kristina Lindström, 2012— un joven Olof Palme, a la premonitoria pregunta de “¿Cómo le gustaría que le recordaran?”, responde con toda la sencillez: “Estamos aquí en la Tierra, es lo que nos ha tocado, y tenemos que hacer que la vida sea tan digna como podamos. La política se basa en esto”. No hay más preguntas, señoría.

En esta Comunidad Valenciana que amanece electoralmente bajo un sol primaveral que invita a vivir y disfrutar de estar vivos, un 23% de sus ciudadanos sobrevive por debajo del umbral de la pobreza. Los usuarios de Casa Caridad de Valencia aumentaron un 44% durante 2018. Estas son, también, estadísticas reales.

Las que deberían ocupar y preocupar a los cinco candidatos que ayer aceptaron la invitación al debate de la Cadena SER Comunidad Valenciana. Seguí atentamente las disquisiciones de Ximo Puig (PSPV-PSOE), Isabel Bonig (PP), Mónica Oltra (Compromís), Toni Cantó (Cs) y Rubén Martínez (Unides Podem-Esquerra Unida). Fue un debate ágil y elegante. ¡Cantó y Oltra compartieron hasta el botellín de agua para combatir la sequedad bucal! Pero no sorprendieron. No asombraron. No emocionaron. Rehenes de sus propios discursos, soltaron metralla verbal para convencer a los propios. Error. La partida —si nos fiamos de la macroencuesta electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) recién dada a conocer— se juega en el terreno de los indecisos. De aquellos que saben que sí, que van a ir a votar, pero todavía no tienen decidido a qué siglas. Ni tan siquiera a qué bloque ideológico.

Porque la promiscuidad ideológica existe en esta sociedad líquida de comportamientos electorales volátiles, una clase media —la OCDE dixit— “bajo presión y exprimida”, y un ascensor social averiado. Entre el 30 y el 40% de los valencianos decidirá su voto en el último momento. A caballo entre las vacaciones de Semana Santa y la cita en el colegio electoral. Cuatro años de legislatura autonómica y el breve gobierno de Pedro Sánchez no han despejado sus dudas. Paradójico.

Es esta una campaña importante. Sí. Trascendental, dicen los analistas. Histórica, subrayan la mayoría. A ver si se nota.

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