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Nombre: Nathy Peluso. Profesión: Cantante. Filosofía: “Me importa todo un pepino”

Voluptuosa en las maneras, pero sobre todo, en el fondo, la cantante atrgentina afincada en España está a un paso de ser estrella global. Y lo va a hacer sin renunciar ni a comer pizza ni a mandar a tomar viento a cualquiera que ose juzgarla

Almudena Ávalos
Nathy Peluso posa para ICON con la medalla de la Virgen que le pone una amiga cuando la maquilla. Ella es mucho de experiencias extrasensoriales y pepperoni.
Nathy Peluso posa para ICON con la medalla de la Virgen que le pone una amiga cuando la maquilla. Ella es mucho de experiencias extrasensoriales y pepperoni.Foto: Fede Delibes

En dos años, Nathy Peluso ha pasado de ser una desconocida a una cantante con una legión de seguidores en España y Latinoamérica. Este personaje histriónico, creado y encarnado por la artista argentina afincada en España Natalia Peluso, ya ha recibido gloria y palos suficientes como para controlar de qué quiere y no quiere hablar. “Dices algo de feminismo y enseguida te juzgan. Muestras tus tatuajes y te señalan…”, explica con acento argentino con dejes cubanos, colombianos y expresiones personales.

Peluso tiene salidas para todo pese a sus apenas 24 años. Le ha curtido trabajar en la calle. “Lo hice muchos años en Madrid. Escribía poesía instantánea nueve horas al día, en invierno, con los dedos congelados. Me daban una palabra y la convertía en poema por la voluntad. Esto me adiestró el cerebro de una manera increíble”. ¿Por qué no cantaba? “Lo probé, canté un par de veces en los pasillos del metro y en el Rastro, pero preferí cuidarme la voz”.

En 2017 sacó su disco Esmeralda y publicó Corashe, que se convirtió en un himno para sus seguidores. Hasta para su verdulera. “Es megafán mía. Cuando paso por su puesto en el mercado, mientras me tira la lechuga me dice ‘¡Corasssshhhhe!”, imita riendo. En 2018 dio 100 conciertos y un gran salto en su carrera. “La gente comenzó a saberse mis letras, a extender su mano para tocar la mía y a llorar cuando se la agarraba”. Antes de sacar su nuevo disco, del que no desvela fecha de publicación, acaba de lanzar Deja que te combata (Ed. Temas de Hoy), un libro con reflexiones y manuscritos. Y ha compartido una nueva canción llamada Natikillah. “Es una ofrenda al hip hop y a mis seguidores. Hacía un año que no sacaba música nueva y esta industria exige contenido constante”, cuenta.

"No me privo de nada. Si estoy en esta vida es para disfrutar, no me la voy a pasar a dieta. Pienso 'amorfar' como una gorda"

En sus letras, videoclips y conversaciones siempre aparece la comida. Incluso tiene una canción que se llama Gimme some pizza, cuya letra repite durante cinco minutos, envuelto en jazz, el título de la canción y algún que otro “pepperoni”. “La comida es la expresión de la pasión, como el amor o el sexo. No me privo de nada. Si estoy en esta vida es para disfrutar, no me la voy a pasar a dieta. Pienso amorfar como una gorda”, dice entre risas.

Y al compás de la música en un escenario o en las redes, en pantuflas desde su salón, comparte esa energía con el mundo. “Mostrar el amor propio es importante. Pero no es algo planeado. No soy un producto de marketing. Puedo ser mainstream o moderna, pero sin pretenderlo. Compongo desde mi humanidad y de ahí sale mi amor propio, mi amor por la comida y mi ‘me importa todo un pepino’. El odio siempre va a estar. Aunque no seas famoso siempre va a haber una persona que te grite ‘gilipollas’ cuando vas conduciendo”.

Peluso reconoce que sus referencias no son actuales. “Soy de la Gloria Estefan caribeña, de Carmen Miranda, de J Dilla, del cine en blanco y negro y de todo lo que me rodeó en los noventa y los dosmil. Hoy me quedo coja de referentes. Aporto mucho a mi generación, pero no me siento parte de ella. No termino de entender los códigos de estas modas tan efímeras”.

¿Es más de lo permanente, como sus tatuajes? Qué va. Me los quiero quitar todos. Debería haber hecho caso a mi mamá cuando me dijo que no me tatuara tan chiquita y no ponerme su nombre lo primero para que no me regañara [ríe]. Pero no quiero hablar de ellos.

¿Y de la medalla de la Virgen que lleva? Me la pone mi amiga cuando me maquilla. Me inspiran los símbolos espirituales. Creo en un dios, que no sé qué es pero está. Lo he comprobado con mis propias vivencias.

Ahora dígame que ha tenido una experiencia extrasensorial. Pues sí.

Entonces, su agente de prensa, invisible hasta ahora, exclama: “¡La entrevista terminó!”. Nathy se levanta y dándose cachetes en la nalga dice: “¡La experiencia extrasensorial está acá, mamá! ¡Mirá esta nalga!”.

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