Rutas que conducen al crecimiento
La región afronta el desafío de mejorar las infraestructuras para expandir su ya dinámico polo logístico
En un páramo blanco de yeso en las afueras de Zaragoza, los camiones retumban en las calles recién abiertas. La palabra que se le viene a la cabeza al visitante es espacio: todo es grande (las naves industriales, los contenedores de 40 pies, las propias calles), todo tiene sitio para crecer. El lado negativo es que este no es sitio para el paseante: es un lugar pensado para ser visto desde un camión. Tras un terraplén, un par de trenes mercantes, cuyas locomotoras pertenecen a dos empresas distintas, se alinean en una plataforma de 750 metros de largo y esperan a que una grúa vaya cargando, uno a uno, los contenedores que van a transportar. En el cielo, mientras, el bramido de cuatro reactores señala otra salida desde el aeropuerto.
Si la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza) parece un escenario sacado de un libro de texto para niños, en el que se muestran trenes, aviones, automóviles y camiones en un mismo escenario, es a propósito. La ciudad está situada en el centro de un círculo de 300 kilómetros de radio donde está el 70% del PIB español, situado entre Madrid, Cataluña y el País Vasco. Gracias a eso, Aragón ha hecho de la industria logística uno de los pilares de su crecimiento económico, que en 2017 fue el tercero entre las comunidades autónomas españolas (solo por detrás de Asturias y Cantabria).
Y si el lector reprocha la falta en ese modelo de un puerto de mar, debe mirar mejor. En un terraplén junto a las naves de Mercazaragoza, donde se distribuyen los frutos de las huertas mañas, ocho trenes cargados de contenedores salen a diario de la Terminal Marítima de Zaragoza (TMZ), que, con un tráfico equivalente a 150.000 contenedores de 20 pies (TEU, en sus siglas en inglés) al día, sería el décimo puerto de contenedores de España (por delante del de Sevilla) si estuviese a orillas del mar. "Nuestro hecho diferencial es que muchos puertos están muy congestionados", explica Ramón Adé, su gerente. "Para muchas empresas, es más fácil importar y exportar desde aquí que llevar un camión al puerto de Barcelona". La TMZ ha permitido sacar de las carreteras a algo más de 90.000 contenedores (y camiones) al año.
Sector público y privado
La Terminal, al igual que Plaza, es solo una de varias iniciativas de los sectores público y privado de la región para dar más brío a un negocio al que el crecimiento del comercio internacional (especialmente del electrónico) está haciendo cada vez más relevante para el conjunto de la economía. Y que es fundamental en ciertas decisiones de inversión. Cuando en 1982 General Motors, entonces la mayor empresa de automoción del mundo, eligió un sitio para instalarse en España, optó por Figueruelas, a una treintena de kilómetros de Zaragoza y a la vista del enlace entre la línea férrea Madrid-Barcelona y la que une Zaragoza con Miranda de Ebro y Bilbao. "Hay que tener en cuenta que 2,5 millones de coches se fabrican al año en un radio de 300 kilómetros de Figueruelas", explica Mar Gasca, responsable de Comunicación de la planta. "Eso significa que contamos con una importante base de proveedores cerca de la factoría".
Tanto el sector público como el privado llevan décadas trabajando por aprovechar esa posición. "Hace 20 años, Aragón apostó por la logística, al igual que antes lo había hecho por el automóvil y la industria agroalimentaria", recuerda Francisco Bordejé, gerente de Alia, un clúster logístico que aglutina a más de 40 entidades, públicas y privadas. Por sí solas, las cifras parecen estar lejos de ser apabullantes. El sector logístico representa un 5% del PIB regional (36.380 millones de euros en 2017, según el INE) y da trabajo a 34.000 personas (un 5% de la población activa). En términos absolutos, está muy por detrás de la industria manufacturera, que, en palabras de Marcos Sanso Frago, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza, es "el corazón de la economía aragonesa".
Pero entre 2000 y 2017, el número de trabajadores de la logística en la región creció un 25% en un periodo en que, en términos absolutos, el sector español decrecía, según un informe del Consejo Económico y Social de Aragón publicado el año pasado. "No sólo se puede afirmar que Aragón ha conseguido una especialización destacada en logística respecto a España, sino que, también, esa especialización está creciendo en los últimos años", indicaba el documento.
Y el potencial de crecimiento es mayor, dado que la industria aragonesa está volviendo a despegar después de un par de años de marasmo. "A diferencia de lo que hizo el resto de la industria española, la industria aragonesa decreció a partir de 2013", explica Sanso Frago. "Se perdieron mercados que al rectificar se han recuperado en buena parte, aunque no en su totalidad".
Esto está llevando a muchas empresas, aragonesas o no, a invertir en instalaciones logísticas en la región, en las plataformas de Zaragoza, Huesca, Teruel y Fraga. Es el caso del grupo alemán de electrodomésticos BSH, presente en Zaragoza desde 1989, cuando compró Balay. "A la hora de elegir dónde instalar nuestro almacén, teníamos que preguntarnos cuál es el centro de gravedad del mercado español y por dónde iban a venirnos los suministros", recuerda su director de logística, Eduardo Compains. "Y los productos que no fabricamos aquí pasan por los puertos de Valencia, Barcelona y, en algunos casos, Bilbao, o van a entrar por La Jonquera (Girona). Además, teníamos una importante presencia industrial en el valle del Ebro".
El resultado de esa decisión es una instalación de 80.000 metros cuadrados: donde se alinean y se apilan lavadoras, lavavajillas y frigoríficos a la espera de ser exportados a toda Europa; desde una nave aneja, inaugurada el año pasado y de 15.000 metros cuadrados, se distribuyen piezas para las fábricas de la firma. Los transpalés, dotados de luces azules y cláxones para ser vistos entre las montañas de electrodomésticos, cargan los camiones que se alinean en los más de 50 muelles de la instalación.
Prioridad ferroviaria
Pero el punto clave se encuentra fuera de la nave. En un apartadero ferroviario de unos 500 metros de largo, una grúa carga contenedores en un tren de mercancías. "Este es uno de los factores más importantes para instalarnos aquí", explica Compains. "El hecho de tener un puerto seco y una conexión ferroviaria con un tráfico directo desde contenedores".
En un entorno global cada vez más competitivo, Aragón necesita seguir invirtiendo para mantenerse al frente. "Estar bien localizado influye, pero solo con la situación geográfica no haces nada", alerta Bordejé. Y aunque es responsable de menos de una cuarta parte del transporte de la región, los expertos apuestan por el ferrocarril para hacer viable para los volúmenes de carga del siglo XXI las conexiones aragonesas con el resto de Europa y los puertos del Mediterráneo. "Los operadores apuntan que el camión tiene cada vez más obstáculos", considera Adé. "El coste de la contratación, restricciones de tráfico y saturación, entre otros".
La apertura de la línea de alta velocidad ha abierto mucho espacio de las líneas en ancho ibérico hacia Madrid y Barcelona que antes se dedicaba al tráfico de pasajeros. Pero aún hay retos. "Las conexiones con el puerto de Valencia y el resto de Europa, sobre todo", apunta Adé. "El problema del ancho de vía, que dificulta las conexiones con Europa, es importante, pero en mi opinión no es el principal", señala Bordejé. "El mayor es que haya un servicio competitivo orientado al cliente que atraiga cada vez más mercancía al tren". "Sobre todo, necesitamos operadores ferroviarios", considera Compains. "Hay muchas empresas trabajando en el sector del transporte por carretera, pero no las hay apenas en el ferrocarril".
El aire, tercera dimensión del transporte
El transporte aéreo, un pilar cada vez más importante de cualquier red logística, tiene en Aragón un saldo agridulce. Aena, el operador hegemónico en España, gestiona dos aeropuertos en la comunidad autónoma. El de Huesca, abierto en 2007, se ha convertido en uno de los símbolos de los excesos de la burbuja: abierto con el objetivo de atraer al Pirineo a los esquiadores del norte de Europa, nunca consiguió convencer a operadores y viajeros, que prefieren sacrificar un poco de tiempo por la mejor conectividad de Barcelona y Toulouse. En 2018, 1.473 pasajeros pasaron por la terminal; solo el aeropuerto de Albacete registró peores cifras.
El saldo de pasajeros del aeropuerto de Zaragoza, el mayor de la región, tampoco es mucho mejor. Pasados los excesos de la Expo 2008 (que atrajeron a su moderna terminal a más de medio millón de viajeros), el tráfico se ha estancado, en gran medida por el éxito del ferrocarril de alta velocidad, que en 2015 atrajo a la estación de Delicias a 2,4 millones de viajeros, seis veces más que el aeropuerto.
Pero Zaragoza tiene una historia de éxito en su terminal de cargas, que ha crecido a niveles de dos dígitos en los últimos tres ejercicios, impulsada por su cercanía con la Plataforma Logística y las excelentes infraestructuras: una pista larga, herencia de la base aérea estadounidense, donde pueden aterrizar aviones pesados. De algo menos de 10 millones de toneladas en 2004 se pasó a casi 37 millones en 2009 y a unos 167 millones en 2018. "Ahora nos estamos peleando con Barcelona por la segunda posición en cargas", apunta Francisco Bordejé, gerente de Alia. "Permite a las empresas mirar el mapa del mundo y pensar un poquito más en grande", señala Bordejé. "Una caja de cerezas de primera cosecha puede venderse al consumidor en Oriente Próximo por más de 100 euros el kilo. Si mandar una mercancía por aire cuesta entre uno y dos euros el kilo, ¿no crees que no vale la pena?".
La inmensa mayoría de ese tráfico viene de la central logística de Inditex, que suministra a las tiendas del grupo textil en todo el planeta. "Tenemos una gran dependencia de Inditex, pero también tenemos la suerte de tenerla, porque proporciona flujos que otras empresas pueden aprovechar", indica Bordejé. "Lo que necesitamos, y por lo que estamos trabajando, es por una especialización que permita reducir esa dependencia".
Pero no solo de carga y pasajeros se hace el éxito de un aeropuerto, como demuestra el de Teruel, fundado en 2013 por el Gobierno de Aragón y que no tiene actividad. Por la carretera entre Teruel y Albarracín pueden verse en la distancia los aviones estacionados a la espera de tiempos mejores, en una versión europea del famoso cementerio de aviones del desierto californiano de Mojave. "Nos hemos convertido en el mayor centro de estacionamiento y mantenimiento de Europa", explica orgulloso Alejandro Ibrahim, su director general. "Además, tenemos una escuela de vuelo y las instalaciones de la empresa de cohetes PLDSpace. Ahora estamos planeando un hangar capaz de albergar dos Airbus A380 para pintar aviones enteros y llevar a cabo el mantenimiento tipo C, el más elaborado de todos".
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