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Columna
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Segregación y oportunidades

Necesitamos más Alan Kruegers que nos hagan tomar conciencia de estos problemas, y que nos ayuden a imaginar nuevas respuestas

José Fernández Albertos
Alan Krueger en una imagen de archivo de 2012.
Alan Krueger en una imagen de archivo de 2012. Kevin Lamarque (REUTERS)

El pasado fin de semana falleció Alan Krueger, economista de Princeton y antiguo director de la oficina económica de Obama. No es este el sitio de hacer un repaso a sus abundantes y cruciales contribuciones a la economía y a la política pública, pero me gustaría recordar un episodio que reflejaba cuáles eran sus últimas obsesiones. En enero de 2012 hizo famosa la “curva del Gran Gatsby” en una presentación en la Casa Blanca. Esta curva ilustra la fuerte correlación existente entre la desigualdad económica en un momento del tiempo y la movilidad social (esto es, en qué medida los ingresos de los individuos dependen de los ingresos de sus progenitores). Las sociedades con distribuciones de ingresos más desiguales acaban siendo aquellas en las que la posición económica se hereda. Dicho de otra forma, la igualdad de oportunidades está estrechamente relacionada con la igualdad de resultados. Si quieres la primera, preocúpate por la segunda.

Una razón que podría explicar el vínculo entre desigualdad económica y falta de movilidad social es que en las sociedades en las que las diferencias entre los ricos y los pobres son muy grandes, los incentivos a diferenciarnos de los que no son como nosotros son mayores. Y al segregarnos, ponemos más difícil a los que nacen en entornos desfavorecidos que puedan salir de ellos. Si los individuos de menos ingresos no pueden acceder a las ciudades y los barrios que concentran las oportunidades porque la vivienda en estos lugares se ha convertido en prohibitiva, si en el sistema educativo sus hijos no se mezclan con los hijos de las clases más acomodadas porque los padres quieren que sus hijos compartan clase solo con los que son como ellos y si la economía del conocimiento hace que unas cuantas exitosas ciudades globales atraigan cada vez más inversión y talento mientras el resto del territorio se va quedando progresivamente atrás, la igualdad de oportunidades entre quien nace en un lugar y quien nace en otro sencillamente no es posible.

Corremos el riesgo de que estos patrones de segregación se cronifiquen. Las fuerzas económicas y sociales que los impulsan son demasiado fuertes, y no disponemos de un arsenal de políticas públicas efectivas para combatirlos. Necesitamos más Alan Kruegers que nos hagan tomar conciencia de estos problemas, y que nos ayuden a imaginar nuevas respuestas.

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