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El sisal, sostenible y centenario Cerca de las haciendas que recrean el proceso de esta fibra, aún se trabaja con máquinas del siglo XIX. Hay demanda, pero la tecnología es obsoleta y lo faltante llega de Tanzania Hace casi 200 años, la fibra de sisal (que en México se llama henequén) se exportaba a medio mundo desde México. Tras caer en desuso y con la tecnología obsoleta, hoy se buscan maneras de impulsar su producción. En la imagen, Jorge Dzul Ciau, pequeño productor henequenero, entre agaves del tipo fourcroydes listos para el corte en un plantío cercano a Chicxulub. Dos empleados descargan hojas de henequén en la desfibradora San Carlos, en Baca. Según variedades, las hojas de henequén miden hasta 1,5 metros de largo y unos 10-15 centímetros de ancho.
Soga de henequén en la desfibradora de San Carlos, Baca. Pedro Parra explica el funcionamiento de la desfibradora, tecnología de 1915. El bagazo, el residuo de la desfibradora, es un buen alimento para el ganado. Se saca en vagonetas. Un empleado de la desfibradora se da un descanso junto a una hoguera de rastrojos. La fibra, ya seca, se enfardela y se transporta, empujada, sobre rieles portátiles decauville. Los 'trucs' siempre se movieron con mulas. No se les conoce uso de locomotoras.
Efectos personales de los trabajadores de San Carlos, en Baca. En San Carlos, con maquinaria de 1915, unos pocos hombres raspan unas 120.000 hojas por día.
El cultivo y el procesamiento del henequén se ha mantenido de forma marginal entre los campesinos yucatecos. La gran mayoría de sus trabajadores son hombres de media o avanzada edad. Otro de los empleados que trabaja con las fibras de sisal en la fábrica. La máquina de peinado de Aké funciona desde hace más de un siglo. Lleva grabado su pasaporte: Lawson & Sons. Leeds. 1899. La desfibradora de Aké también fabrica hilo de henequén y empaqueta los ovillos de cordel.
Sotuta de Peón ya no opera como hacienda henequenera, sino para eventos y recorridos didácticos. Henequén secándose al sol junto a la desfibradora para demostración.
Yaxcopoil, 13 kilómetros al suroeste de Mérida en dirección a Uxmal, es una de las haciendas mejor conservadas y más fáciles de visitar. Yaxcopoil fue comprada por Donaciano García-Rejón Mazó y su esposa María Mónica Galera Encalada en 1864. Los cuartos presumen muebles del siglo XIX traídos de Europa. Vagoneta y montacargas en Aké. “Esto siempre lo han jalado las bestias”, cuenta Gilberto, su mecánico. La desfibradora trabaja, pero si alguien llega, puede visitarla por 200 pesos. Gilberto es del estado vecino de Campeche, pero trabaja en Aké arreglando montacargas y vagonetas que, a tenor de las fechas de otras máquinas, pueden ser del siglo XIX. El Atlas de Procesos Territoriales de 1999, editado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán, inventarió 320 haciendas en el estado. Algunos autores calculan de 800 propietarios y más de mil haciendas en toda la península. En la foto, Aké. La hacienda de Yaxcopoil llegó a tener 12.000 hectáreas. Tras el reparto agrario, su propiedad se redujo a un 3%.