Niccolò Ammaniti: radiografiando a la Italia actual
Fue uno de los 11 escritores italianos que formaron aquella locura juvenil llamada Generación Caníbal a finales de los años noventa. Veinte años después, es uno de los novelistas transalpinos más internacionales y debuta en el universo de las series con ‘El milagro’ (Sky), una locura adulta
Durante la operación para apresar a un capo de la mafia aparece en su escondite la figura de una Virgen de plástico barato que llora nueve litros de sangre humana cada hora. Todo esto sucede en una Italia que en pocas jornadas se enfrenta a un referéndum para decidir si sigue o no perteneciendo a la UE. Este es el punto de partida de El milagro (Sky), la primera incursión televisiva del gran escritor Niccolò Ammaniti. Capaz de sacar siempre conclusiones sutiles a partir de los más dislocados esperpentos, este romano de 52 años ha creado un producto que es casi un tratado sociológico sobre la Italia actual, la Europa que viene, la religión que no termina de irse y la a veces olvidada realidad que explica que quienes ostentan el poder no fallan porque sean malos o malvados, sino porque muchas veces la realidad es indomable.
¿Ha sido complicado traducir el lenguaje literario al de las series? Ha sido una transición natural. Piensa que en mi escritura hay muchas escenas con personajes que actúan a la vez, como si fuesen guiones.
En esta época en que las series parecen todas creadas a partir de un algoritmo que hace magia su respuesta resulta algo desmitificadora. El único algoritmo que hemos utilizado en la creación de El milagro es el que se ha utilizado para decidir qué íbamos a comer cada día de rodaje. Yo no tengo ni idea de algoritmos, no me importan, no forman parte mi trabajo.
"A Jesucristo no le gustaba hacer milagros, porque en principio no debería tener ninguna necesidad. Era el hijo del creador del mundo, ¿qué mayor milagro que ese?"
La historia contiene menos humor que muchas de sus novelas. Sabiendo que eso ya no es culpa del algoritmo, ¿a qué se lo achacamos? Al principio había mucho más humor, pero a medida que avanzaba el rodaje vi que la serie debía ser mucho más seria y lo fui reduciendo.
¿Fue doloroso? Bastante. Es que en la literatura los géneros distintos conviven mucho mejor que en el audiovisual.
¿Qué rol juega la religión dentro de la sociedad italiana actual? Un rol muy relativo. Tiene más peso la Iglesia que la religión, con todo lo que eso conlleva. La religión es un proceso íntimo al que cada cual se enfrenta de un modo distinto. Lo innegable es que últimamente hay poca asistencia a los lugares de culto.
En la serie, casi todos los feligreses que hay en misa son inmigrantes. Es que es así. Ellos, por su condición y su posición en la escala social, se plantean problemas mucho más profundos que la burguesía.
El milagro plantea una lucha entre fe y ciencia a raíz de algo aparentemente inexplicable. Intuitivamente parece que la segunda debería tener las de ganar, pero en este partido tampoco está tan claro. Ciencia y religión casi nunca van juntas. En el caso de un milagro, como sucede en la serie, si este llegara a mostrarse como cierto, el problema lo tendría la ciencia, pues se vería obligada a constatar la existencia de Dios.
¿Es lícito pensar que a Jesucristo le tocaba las narices tener que hacer milagros? ¡Obvio! Pues claro que no le gustaba, porque en principio no debería tener ninguna necesidad de hacer milagros, no le interesaba. Era el hijo del creador del mundo, ¿qué mayor milagro que ese? Para mí, su único milagro realmente necesario fue el de la resurrección.
Y solo lo hizo una vez. Irrepetible.
La serie sucede jornadas antes de un referéndum para decidir si Italia sigue o no en la UE. ¿Ve factible llegar a ese punto? Complicado. Hay mucha gente que cree que una salida de la UE sería útil, pero si llegara el momento de decidirlo tendrían mucho miedo.
¿Son estos tiempos de caos y desorden un regalo para un creador, o hay que ser un cabrón egoísta para llegar a pensar eso? ¡Hay que ser un imbécil! Antes que creador soy un ciudadano. Mi familia, mis amigos y la justicia social son mucho más importantes para mí que tener fuentes de inspiración para mis obras.
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