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Insatisfacción amorosa, sexual e intelectual

Sobrevivir a una pareja de largo recorrido

GETTY

Saberlo todo de tu pareja y conocerla tanto no siempre es sinónimo de buena relación amorosa. Toda esa complicidad puede ser, precisamente, el motivo por el que somos infieles.

Cambiamos nuestra forma de comunicarnos y, por tanto, de conocer a nuevas personas e interactuar con ellas. Contestamos con más franqueza a las fotos que cuelgan nuestros amigos en Instagram que a las preguntas de nuestra pareja. Apps para ligar lucen en nuestros smartphone junto a las de petición de cita para el pediatra. Ya contó Jabois aquello de los cuernos que hay en un mensaje de buenas noches. Esa infidelidad emocional e intelectual es igual que un buen polvo. Todos debemos estar preparados para que nuestra pareja o nosotros mismos recibamos o escribamos esos mensajes de Whatsapp. Pocas cosas generan tantas dudas como cuando te reconoces contestando a un mensaje, en vez de ignorándolo hasta la mañana siguiente, como haces con el mensaje de tu madre. Ojo, no hablo de culpa. Ni siquiera de responsabilidad. Hablo de abrir el melón de analizar por qué nuestra intelectualidad y erotismo disminuyen con nuestras parejas de largo recorrido, a la vez que se nutre en camas ajenas por las que, lo mismo, ni pasamos.

Nos avergüenza reconocer que, después de tanto tiempo, nos aburrimos con esa pareja. Pareja que, para todos, es perfecta. Solo hace falta ver cómo se ríe tu madre, tu hermana, tus amigas… ¡Todos! Mientras tú escuchas por enésima vez la batallita de marras. Probablemente, desde el minuto uno desconectemos y empecemos a acordarnos del penúltimo mensaje de Whatsapp recibido. Nuestra pareja nos aburre pero, oye, qué majete o majeta. “Esto también ocurre porque hemos dejado de valorar a la persona con la que estamos. Nos hemos acostumbrado tanto que ya no nos sorprende”, apunta José Bustamante, psicosexólogo.

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“Si conoces a alguien que te llama la atención debes dejar que las cosas fluyan y seguir explorando eso que te apetece. Eso no significa que no quieras a tu pareja, solo que te has enamorado de la proyección novedosa que has hecho de esa persona. No nos enamoramos de las personas, sino de lo que proyectamos de ellas. Nos cuesta mucho protegernos de este tipo de situaciones, pero la capacidad de enamorarme es compatible con querer a alguien más, a tu pareja. Son estructuras cerebrales distintas. Se malinterpreta sentir algo por alguien, se toma como prueba de que ya no quiero a mi compañero o compañera. A esto hay que añadirle el factor del consumo rápido en el que estamos inmersos. Buscamos la novedad, las sensaciones más intensas, los orgasmos físicos o intelectuales que, aunque mi pareja me los proporciona, no tienen la fuerza arrolladora de ese estímulo nuevo que nos proporciona un tercero. Muchas relaciones se rompen por esa bomba novedosa y cuando pasa la borrachera de la novedad, solo han servido para alejarnos de la relación que de verdad era buena”.

¿Y hay alguna posibilidad de salvar lo nuestro? Ignasi Puig Rodas, psicólogo, sexólogo y experto en sexualidades no convencionales recalca la necesidad de cultivar la propia parte intelectual de cada uno para que la sorpresa y el impacto de lo que venga sea testado en su justa medida. Pero también para convertirnos en novedad para nuestra pareja: “Una de las mejores maneras de que una relación de largo recorrido no se deteriore es tener cada uno un día libre, aunque sea en vacaciones. Si cada uno hace lo que quiere ese día y es feliz, tenderá a contárselo a su pareja y compartir. Se crea en nuestra relación un estímulo que la alimenta. Nosotros mismos somos ese estímulo.”

Los fuegos artificiales iluminan y embellecen el cielo. Lástima que su efecto sea tan efímero. Duran, más o menos, lo mismo que la luz de esos mensajitos nocturnos.

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