No somos una pareja abierta, yo tengo dos novios

Imaginen que su hija, de unos 15 años, les dice a principio de curso que sale con un chico de su clase. Bien. Nos parece bien. Está en la edad y lo más normal es que empiece a tener sus primeras relaciones sexoafectivas. Puede que incluso sea de las que presenta a una novia, un novio o a ambos. Con un poco de suerte, cada vez más tutores en los institutos educan como Juanito Libritos, capaz de desmontar la heteronormatividad con un vídeo de Carly Rae Jepsen. La diversidad sexual anda efervescente en las aulas, todo es que la cosa se propague.

Con la monogamia ocurre lo mismo. Una de las cuestiones del amor romántico que más se ha dinamitado es la monogamia. Volvamos a su hija, la de los 15 años, no se extrañen si cuando lleva un tiempo con su novio, resulta que se le cruza otro. Su hija, que ha sido educada para que tome sus propias decisiones, elija y sea honesta consigo misma, se siente atraída por ese otro. Le gusta. Y en vez de elegir entre uno y otro, decide que, por qué no, es novia de los dos. Y los tres aceptan el pacto.

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Si les ha explotado la cabeza con el supuesto, más les vale que empiecen a asumirlo. El poliamor sucede a cualquier edad, en cada etapa con una intensidad, y trae implícito una serie de responsabilidades concretas. Su hija de 15 años lo mismo hasta se ahorra explicaciones, como le dé por el poliamor en edad de ser padres, lo tienen jodido. Legalmente, la vida está diseñada para la monogamia.

Dos hombres y una mujer de poco más de treinta años están en otra de las muchas posibilidades poliamorosas. La pareja lleva 10 años y ella se enamora también de un compañero de trabajo. Nótese el uso del adverbio de cantidad, "también", base de las relaciones no monógamas de las que hablamos. Ni siquiera pasaron por el preámbulo de ser infieles. El paquete de novia incluye un marido con todos sus complementos. Está enamorada de los dos. Y los dos de ella, aunque entre ellos no hay relación sentimental ni sexual; son heterosexuales ambos. Ella tiene dos novios y cada uno de ellos la tiene a ella.

Cada uno airea el armario no monógamo a su tiempo. Primero el novio nuevo, después ella. Al esposo con papeles le cuesta mucho exhibir la relación. Lleva más de 10 años casado y prefiere pasar como una pareja abierta. En el trabajo entenderían que quisieran experimentar otras sexualidades, no que comparta el amor de su pareja. Le cuesta explicar que su mujer ama a otro hombre que, además, a él le cae cojonudo. En una relación abierta los amantes vienen y se van. Aquí no hay una ristra de amantes. El nuevo novio de ella no es una aventura, es otra persona con la que se tiene una relación concreta y determinada. Y entre ellos empieza a haber una relación amistosa sin la más mínima atracción sexual.

Pero claro, lo del poliamor está muy bien para artículos de prensa. Hasta para los interactivos.

Llévate tú esto a una guardería.

Como recuerda Marisa Jaén Casillas, abogada de familia, hoy por hoy en España no se permite el reconocimiento legal de un hijo, por tres personas o más. Se tiene una madre y una padre, dos madres o dos padres, pero nunca tres progenitores. Ni siquiera en los casos que el niño fuera inscrito en el registro civil como hijo de uno siéndolo del otro.  Si alguien hiciera algo así, el periplo judicial, tela. "El padre genético tendría que presentar una demanda de reclamación de paternidad e impugnar la paternidad reconocida en el Registro Civil. Se acumulan las acciones en un mismo procedimiento. Si la sentencia firme determina que el padre es el reclamante, se estima la impugnación de la paternidad del otro. Inmediatamente, se modifica el reconocimiento de la filiación, en el Registro Civil"

Tres progenitores imposible. Aun ejerciendo de ello.

Pero a partir de ahora, no se extrañen si una Nochevieja brindan con el otro novio de alguna de sus primas. Porque cada vez me preguntan más por cómo gestionar el poliamor. Y solo puedo dar dos datos: Golfxsconprincipios y Poliamor Madrid. Quiero creer que hay más gente dándole vueltas. Lo digo por la efervescencia amorosa que noto a mi alrededor.

Vamos, valientes.

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