Richard Branson no quiere niños en su último negocio
El visionario empresario de Virgin Records amplía el espectro de sus negocios y monta una línea de cruceros solo aptos para mayores de 18 años, que pretende “llevar el rock & roll a alta mar”
El magnate británico Richard Branson ya tiene preparado el primer barco de su último proyecto, los cruceros de lujo solo para adultos. Tras triunfar con su discográfica Virgin Records, que fundó a los 22 años y que sigue liderando el mercado 45 años después, el empresario, showman y filántropo más famoso de Reino Unido amplía su imperio, formado por más de 350 empresas, y lo lleva a alta mar.
Los negocios de Branson (Londres, 1950) llegan a casi todos los ámbitos. Empezó con los discos y pasó a los aviones, trenes, tecnología —incluido un sistema que anima a la seducción durante los vuelos de avión—, los famosos y cuestionados viajes al espacio, los vinos africanos, la ginebra —de la mano del actor Ryan Reynolds— y, ahora, los cruceros de lujo, gestionados desde Virgin Voyages, la rama empresarial dedicada a viajes. Su principal novedad es que son cruceros no aptos para menores de 18 años.
El primero de los barcos, llamado Scarlet Lady, del que ya se ultiman los detalles para su viaje inicial desde Miami al Caribe en 2020, está dedicado a la diversión sin niños y es la última aventura empresarial de un hombre de negocios al que le quedan muy pocas facetas por explorar. "Virgin siempre ha evitado las formalidades y ha traído mucha emoción y un poco de rebeldía a las experiencias de los clientes", ha afirmado el excéntrico empresario en un comunicado.
Ni sus 68 años ni su colosal emporio frenan la ambición del millonario, que sigue demostrando tener una energía desbordante. Adicto a la adrenalina, puede presumir de haber cruzado el canal de la Mancha en kite-surf junto a su hijo y haberse convertido en la persona de más edad en hacerlo; de finalizar la primera travesía atlántica en globo y de haber completado una inmersión en submarino en la fosa más profunda del Atlántico. Con sus empleados es más templado. Promueve la flexibilidad entre sus trabajadores, que hablan de él como un buen jefe, y se siente identificado por el capitalismo filantrópico, que le lleva a invertir la mayor parte del tiempo y el dinero en proyectos sin ánimo de lucro. Defiende causas como la despenalización de las drogas, la erradicación de armas nucleares y la protección del medio ambiente.
Su último anhelo es “llevar el rock and roll a alta mar y mimar a los marineros como las estrellas del rock que son”. Los mimos a los que Branson se refiere incluyen un spa de lujo, varias discotecas, salones de belleza para tatuajes y una enorme diversidad de restaurantes, entre ellos, uno llamado Wake, dedicado a carnes y mariscos, y otro con el nombre de Pink Agave, de comida mexicana, según relata la revista People.
También hay restaurantes abiertos las 24 horas, una pizzería, distintos espacios para brunch, con productos vegetarianos y veganos, además de una cocina experimental en la que los propios viajeros pueden elaborar un plato junto a un chef. La decoración de todos estos ambientes, accesibles solo a mayores de 18 años, está absolutamente cuidada. Moderna y minimalista, la entrada a la zona gastronómica está pintada de rojo y blanco, inspirada en los buques de guerra de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales.
Uno de los objetivos de Branson es ofrecer un espacio dedicado al relax. Por eso, ha instalado un spa de lujo, con piscina de hidroterapia, salas de barro y de sal, piscina de inmersión fría y tratamientos de belleza. Si el descanso es una prioridad, también lo son la fiesta y la diversión. El espacio que durante el día se utiliza como spa, por la noche se transforma en una suite termal que el empresario convierte en un espacio de fiestas nocturnas al que ha bautizado como “refugio de sirenas”.
Hay una zona dedicada a los deportes, con un centro de entrenamiento al aire libre —ring de boxeo incluido—, espacios para practicar clases de yoga y de spinning y un bar deportivo con bebidas energéticas y revitalizantes. Nunca antes un crucero había tenido un espacio tan grande lleno de hamacas, destinado a tomar el sol.
Entre los camarotes hay 78 habitaciones de lujo, las llamadas “suites Rockstar”, con vistas al mar, acceso a una terraza al aire libre y con su propio bar. El director ejecutivo de Virgin Voyages, Tom McAlpin, ha destacado en un comunicado que con este crucero se inaugura “una nueva versión del lujo, completamente distinta”. Con una inversión que la revista Traveller sitúa en los 2.500 millones de dólares, en los planes está no solo surcar los mares del Caribe, con parada en Cuba, sino también ampliar rutas hacia el Mediterráneo y adentrarse en el Ártico y la Antártida.
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