Ciudadanos desorientados
Pertenezco a un colectivo de personas ya de cierta edad, que durante toda la vida hemos votado a la izquierda. Creemos en la educación y sanidad públicas, universales y gratuitas, en la justicia social, en el reparto equitativo de cargas y beneficios, y en la tolerancia con los que piensan diferente. Pero no vamos en bicicleta, no decimos miembros y miembras, no somos vegetarianos, respetamos a cazadores y pescadores, nos gusta el fútbol, entendemos los festejos taurinos populares, no creemos que cuando vienen los emigrantes “otros” sean los que se encarguen de su acomodo, y hasta creemos que no podemos retener por la fuerza a alguien que se quiere marchar.
Pero actualmente nos encontramos desamparados, perdidos, vamos cabizbajos sin decir nada por miedo a que nos tachen de reaccionarios o fachas, nos avergonzamos de que nuestras ideas puedan calificarse de derechas. Y en el momento íntimo y privado de depositar el voto, muchos de nosotros nos quedaremos en casa; otros, como en el cuento de Hans Cristian Andersen, diremos que el rey no lleva ningún traje de tela mágica, diremos que el rey va desnudo.
Rafael Jarque Soriano. Valencia