Españoles en la tabla periódica
La ordenación de los elementos químicos es el fruto del trabajo de cientos de personas que durante siglos han intentado responder a la pregunta de qué están hechas todas las cosas
El otro día me decía un amigo que eso de dedicarle un Año Internacional a la la tabla periódica es como celebrar la lista de los reyes godos o los afluentes del Ebro. Y es que muchas personas recuerdan la tabla periódica como una pesadilla que tuvieron que aprenderse de memoria sin entender por qué o para qué hacer ese esfuerzo. Pero hay muchas razones para celebrar y llenar actividades un año que coincide con el 150 aniversario de la primera versión moderna de la tabla periódica que debemos al gran químico ruso Dimitri Mendeléiev.
La tabla periódica es el fruto del trabajo de cientos de personas que durante siglos han intentado responder a la pregunta de qué están hechas todas las cosas. Los griegos propusieron cuatro elementos que durante más de dos mil años redujeron la respuesta al agua, el aire, la tierra y el fuego. Ninguno de ellos forma parte de la lista actual que con 118 elementos abarcan todo lo que existe en la tierra y mucho más, ya después de descubrir todos los elementos que nos rodean hemos sido capaces de crear otros muchos que nos cuentan nuevas historias sobre cómo está hecho el universo. Con los años la tabla periódica se ha convertido en el icono más reconocible y universal de la ciencia. En ella se resume el esfuerzo acumulado por poner orden al caos en 7 filas y 18 columnas. Es difícil decir más con menos y hacerlo de forma tan precisa, visual y útil. La tabla periódica es la guía de viaje de cualquier científico. Con ella es más fácil alcanzar el destino deseado siguiendo las indicaciones que marca la periodicidad con la que están ordenados sus elementos.
Quizás no sea un hecho muy conocido, pero España ha contribuido de forma muy significativa a la construcción de este edificio del conocimiento universal con el descubrimiento de tres elementos químicos: el vanadio, el wolframio y el platino. Pero como ocurre en tantas ocasiones en nuestro país, sus descubridores apenas son conocidos por sus compatriotas y sus nombres y sus historias, que están llenas de aventuras y heroísmo, no se cuentan en clase cuando se explica la tabla periódica. Precisamente para dar a conocer a estos cuatro grandes descubridores españoles, Correos va a emitir un sello que destaca los tres elementos químicos con los que contribuyeron a la tabla periódica y que se presentará el 9 de enero en La Residencia de Estudiantes de Madrid. Los cuatro españoles a los que debemos los elementos que hacen más resistente al acero, que permiten que funcionen nuestros teléfonos móviles y que se utilizan para tratar algunos tipos de cáncer son: Andrés Manuel del Río, un madrileño que vivió y murió en México donde descubrió en 1801, no sin muchos problemas, el vanadio, al que él llamo eritronio, y que el sueco Nils Gabriel Sefström rebautizó en 1830 como vanadio en honor de la diosa de la mitología escandinava Vanadis. Los hermanos logroñeses Juan José y Fausto Delhuyar lograron aislar el wolframio en el Real Seminario de Vergara en 1783, para ver como el también sueco Carl Wilhelm Scheele decidía llamarle tungsteno, un nombre que deberíamos evitar para honrar a sus verdaderos descubridores. Y finalmente, el marino y matemático sevillano, Antonio de Ulloa que descubrió el platino en 1748, un metal que a la vista parece plata y al que no se le concedía demasiado valor, por lo que recibió un nombre diminutivo y un tanto despectivo que no le hace justicia.
Celebraciones en España
Nuestro país va a tener también un papel destacado en las actividades programadas a nivel internacional durante este año que ahora comenzamos. El próximo 11 y 12 de febrero se celebrará en la Universidad de Murcia un simposio internacional sobre el papel de la mujer en la ciencia al que asistirán numerosas personalidades de todo el mundo para analizar y buscar soluciones a la brecha de género coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Durante todo el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos se han programado cientos de actividades por todo el mundo para dar a conocer el papel de la química en la construcción de un desarrollo más sostenible. Los 118 elementos que forman la tabla periódica actual son fundamentales para construir las soluciones que nos permitan avanzar hacia los objetivos de desarrollo sostenible que nos hemos fijado para 2030. El litio, por ejemplo, tiene un papel fundamental en el almacenamiento de electricidad, que es clave para que finalmente utilicemos sólo energía proveniente de fuentes renovables. El nitrógeno, que desde hace poco más de un siglo podemos fijar como amoniaco, es la base de los fertilizantes gracias a los que se producen alimentos para la mitad de la población humana. O el cloro que es probablemente el responsable de la mayor contribución de la química a la salud humana, esto es, la potabilización del agua. La química tiene un papel muy importante en el desarrollo de un futuro más sostenible. Aquellos jóvenes que decidan dedicarse a ella tienen una oportunidad excepcional para que, subidos a los hombros de los gigantes que construyeron la tabla periódica, descubran cómo utilizar los elementos para construir un mundo mejor, más saludable y respetuoso con el medio ambiente.
Todo eso está muy bien, pero nada de lo que le decía parecía convencer a mi amigo que me insistía ¿Para que aprenderse la tabla periódica si está en internet? No tiene sentido aprendérsela. Tenemos que recordar menos y entender más. Pero algo me dice que sólo sabemos lo que recordamos y que desconocer algo es ignorarlo. Los ordenadores son más rápidos dando respuesta a lo que no sabemos, un dato histórico, cómo se escribe una palabra, o el símbolo de un elemento químico. Con este Año Internacional no se pretende que haya más personas que se aprendan la tabla periódica pero sí que aprecien y conozcan lo que significa. Detrás de cada elemento hay una historia llena de esfuerzo por entender de qué están hechas las cosas y por ordenar lo que sabemos acerca de ellas de forma útil y sencilla. La tabla periódica es una obra enorme que cabe en una cuartilla. Para poder condensar tanto en tan poco ha sido necesario el trabajo de muchas personas a las que reconocemos con este Año Internacional que está dedicado a ellas. Los elementos que descubrieron y que hoy tenemos a nuestro alcancen son clave para encontrar las soluciones que nos permitan construir un mundo mejor y posible.
Javier García Martínez es catedrático de Química Inorgánica en la Universidad de Alicante
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