Y la rompedora Aya cantó el Gordo
La niña que asombró el año pasado revolucionando el estilo de los de San Ildefonso, ve recompensada su audacia entonando el primer premio de esta edición
Se lo merecía… Cuando el año pasado, en plena dormidera monótona, salió al escenario y alargó las cifras que le tocaba cantar hasta el límite de su garganta, recibió elogios, carcajadas y aplausos. Por eso, esta vez había crecido su porcentaje de expectación. “Le toca en la octava tabla”, decían los responsables del sorteo. Más o menos avanzada la mañana. Y nada más salir, sobre las 12.35, entre palmas y silbidos, con esa sonrisa que se comía el escenario, a Aya Ben Hamdouch, le bastaron tres números para cantar junto a Carla García Villanueva el Gordo de este año: 03347.
Entre sus compañeros estaba también A. Malika, hermana de Aya. Y en el patio de butacas, Chorok, su madre, que sostenía en brazos a Noor, con chupete y a punto de cumplir un año mañana mismo. “Por eso no vine la vez anterior”, explicaba, “estaba casi de parto”. Pero esta vez no quiso perdérselo. Suponía para ella una alegría después de meses de litigio por la custodia de sus cuatro hijos.
Al final, la ha logrado: “Ahora soy madre y padre”. Lo bueno es que sus hijas se lo reconocen. “En el día del padre, Aya pinta un dibujo con mi cara”. Unión sin fisuras ante las estrecheces. Chorok está en paro después de haber trabajado de cajera en un supermercado, rascando estos meses algo de dinero mientras limpia casas y echa cara al largo temporal que no acaba de darle respiro desde que hace ya más de una década llegara desde Casablanca (Marruecos).
Los apenas 500 euros que saca al mes esta mujer dan para poco. Aya y A. Malika están internas en la residencia de San Ildefonso, pero llevan una semana junto a su madre. La hazaña ha sido doble y con más mérito, si cabe. “Hace ocho días, Aya cogió anginas. Pero se ha recuperado a tiempo”. Hablando poco y cantando menos. No solo los números de la suerte. También las melodías de los músicos que le gustan, como Anuel, Maluma o Pablo Alborán. “De mayor, quiero ser cantante”, asegura. Lo de este sorteo le vino a visitar en sueños. “Sabía que esta vez lo iba a cantar, pero se lo merecía más Yenifer, mi compañera. Es su último año y es muy buena en esto y en todo. Lo celebraré yendo al Burger King”.
Dice Aya que a su madre no le va esto de jugar a la lotería. “Pero a quién le toque, solo espero que sepa utilizar bien el dinero”, comenta. Carla, su compañera de terna, ha dejado la tensión que le provocó llanto la primera vez que apareció por la mañana –no fue la única, otras dos compañeras, Nerea Pareja y Noelia Katiuska, lloraron también en plena pedrea– y tira por las reivindicaciones sociales: “Ojalá le llegue a aquellos a quienes les van a embargar las casas, para que se salven”, comenta. Aunque un pellizco le vendría también de lujo a Noemí, su madre, administrativa en paro, muy entregada a la causa de su hija. “De mayor quiere ser veterinaria, pero para eso debe estudiar duro”, avisa.
Por el patio también se escucharon peticiones cara a la suerte ajena. Las 13 representantes del movimiento asambleario por el 8 de marzo se sentaron en las filas de atrás, ataviadas de morado. Jugaban el número que simboliza la jornada de lucha por los derechos de la mujer: 80318. “Pensamos repetir el año que viene, aunque si para antes, hemos terminado con el patriarcado no hará falta. Será la mejor lotería”, comentaba Eva, maestra y madre de Vera, 12 años, la más joven del grupo.
Superheroínas
Todas ellas se han tirado un día en la cola para entrar. “Hemos guardado sitio por turnos”, explica Rafaela, de 58 años, la mayor del retén y limpiadora. El ambiente era propicio para heroínas y madres coraje. Como Bibiana Pajares, que llegó con su marido pensionista y sus dos hijos de 22 y 11 años desde Barcelona hace dos días hasta la puerta del Teatro Real. Condujo ella todo el camino, apenas lleva 48 horas sin dormir y ha animado la cola con megáfono y canciones varias: “De Camela a villancicos y un poco de flamenquito”.
Pajares luce su disfraz de Spiderwoman ancho de talla. Es superheroína por vocación. “La gente envidiaba mi pelo. Todos los años corro un maratón y me rapé al cero para donar cabello con que hacer pelucas que utilicen pacientes de cáncer de mama. Ellas sí que son heroínas”, asegura. Juega el número que usó en el último dorsal con que corrió en Barcelona. “Si toca nos lo hemos repartido entre muchos. Si no, yo ya he cumplido el sueño de entrar en la sala del sorteo”.
Para atender algunas de las demandas que se respiraban por el teatro sirve el sorteo. Jesús Huerta, recién nombrado presidente de Loterías y Apuestas del Estado, lo deja claro: “Además de cumplir una tradición con un sorteo único en el mundo, gran parte de la recaudación se empleará en el fomento de políticas sociales, culturales y deportivas”. El incremento de un 2,13% en la recaudación por la venta de este año dará para algo más.
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