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Columna
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El futuro pasa por Andalucía

Decía Max Weber, que los dos pecados mortales de los políticos son la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad

Fernando Vallespín
El candidato a la Junta de Andalucía por Ciudadanos, Juan Marín (i), el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, (i), tras conocerse los resultados de las elecciones andaluzas.
El candidato a la Junta de Andalucía por Ciudadanos, Juan Marín (i), el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, (i), tras conocerse los resultados de las elecciones andaluzas. Raúl caro (EFE)

Decía Max Weber, que los dos pecados mortales del político son la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad. Ambas suelen ir unidas. Sin objetivos claros, tenderá a “buscar la apariencia brillante del poder en lugar del poder real; su falta de responsabilidad lo lleva a gozar del poder por el poder, sin tomar en cuenta su finalidad”. O, lo que es lo mismo, el simple “político del poder” actúa en el vacío y sin sentido alguno, no tiene más fin que estar en él.

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Esto es lo que ya estamos observando en las conversaciones para formar gobierno en la comunidad de Andalucía tras las pasadas elecciones del 2 de diciembre. Cada cual está recubriéndose de “razones” para acceder al poder. Una, porque ha sido la más votada, la justificación que antes utilizaba el PP; otro, porque ha sido el que más ha crecido, como si eso debiera computarse en alguna elección; y el tercero en discordia, porque ha quedado segundo y puede permitirse presidir una “coalición de cambio”. Podemos se ha autoexcluido, y Vox está a la espera de ser blanqueado como un partido “normal” por la nueva mayoría factible.

El “para qué” busquen unos u otros el poder queda en penumbra, aunque siempre lo podrán justificar también recurriendo a un vago cambio de políticas. Lo único cierto es que se distribuirán sus despojos conforme a lo estipulado en el pacto. Y sin embargo, en este caso andaluz sí hay un fin, una causa más bien, que debería unir a la mayoría de las fuerzas que se autoproclaman como “constitucionalistas”, evitar tener que pactar con Vox. Esta causa es más importante que el acceso al poder en sí mismo. Siempre y cuando, claro está, sean sinceras las loas de PP, Ciudadanos y PSOE al cuadragésimo cumpleaños de la Constitución.

Si tanto la aman, cada uno de ellos debería estar dispuesto a hacer el correspondiente sacrificio. El PSOE, porque el electorado ha proporcionado una mayoría de derechas y ser la lista más votada pierde de esta forma validez; Ciudadanos y PP, porque gobernar con el apoyo de Vox les mancha a ambos y, por lo que acabamos de decir, en todo caso alguno de ellos se quedaría la Presidencia de Andalucía.

Los dos partidos dirán que Pedro Sánchez no ha tenido inconveniente en gobernar con partidos que a sus ojos son peores que Vox, como Bildu y los independentistas. Bien, un error de Sánchez por no haber convocado elecciones generales poco después de la moción de censura. Pero Ciudadanos puede arreglarlo ayudándole a votar los presupuestos en Madrid, y el PSOE andaluz cediendo la Presidencia en los pactos.

A esto podríamos llamarlo responsabilidad hacia el futuro, la verdadera relación entre ética y política, que diría Max Weber. Justo lo que ahora alabamos de nuestros constituyentes, pero aquello de lo que sus hijos se han olvidado. Por cierto, Weber dijo todo esto en una famosa conferencia hace ahora casi un siglo. No se le hizo caso. Todos sabemos cómo acabaron Alemania y Europa.

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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