_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Con ACNUR

Es preciso ayudar eficazmente a las regiones que reciben a los desplazados, mas allá de darles consejos o reconvenciones

Fernando Savater
Campo de refugiados Whedat en el noreste de Amán (Jordania).
Campo de refugiados Whedat en el noreste de Amán (Jordania).ANDRE PAIN (EFE)

La semana pasada celebramos los veinticinco años de “España con ACNUR”, la oenegé española dedicada a apoyar a la agencia de la ONU para los refugiados. Debo reconocer que hace un cuarto de siglo, cuando empezamos (dinamizados por Antonio Garrigues-Walker), yo apenas sabía lo que era ACNUR ni conocía la importancia de su tarea. Después he aprendido que se ocupa de aliviar la situación de los refugiados de todo el mundo, más de 25 millones, en su mayoría menores de dieciocho años, mujeres, niños... Con los fondos que recauda colabora con los países que reciben mayor cantidad de desplazados forzosos, promueve alojamiento, educación y sanidad para ellos, intenta crear en los lugares de los que huyen las condiciones para que puedan regresar si lo desean en condiciones favorables. Algo más que una gota de agua salvadora en un desierto de necesidades. Enorgullece saber que nuestra sección española tiene ya medio millón de socios y es de las que más aporta a esa tarea común. Lector, puedes colaborar.

No siempre es fácil distinguir entre refugiados políticos y los que huyen de la miseria, cuyas causas son también políticas. Ignoro cómo puede resolverse en España este problema mayúsculo. Solo creo que es preciso ayudar eficazmente a las regiones que reciben a los desplazados, mas allá de darles consejos o reconvenciones. Sin alojamientos adecuados, por transitorios que sean, sin medios educativos y de reinserción laboral, se aboca a la delincuencia a los más jóvenes. No se trata de obligarles a que compartan nuestros hábitos, sino de facilitarles que cumplan nuestras leyes, sin excusas religiosas (también las hay entre nosotros; separatismo, voluntad “popular”...). Y sobre todo no olvidar que, como dijo un antiguo griego, todos somos como ellos: nacer es siempre llegar a un país extranjero...

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_