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Dos guardas forestales holandeses se niegan a sacrificar ciervos sanos en una reserva natural

La población ha crecido demasiado en Oostvaardersplassen, y los tribunales han dado luz verde a la reducción preventiva de 1.800 cabezas

Isabel Ferrer
Un ciervo en la reserva Oostvaardersplassen.
Un ciervo en la reserva Oostvaardersplassen.STAATSBOSBEHEER

El sacrificio de 1.800 ciervos sanos en la reserva natural holandesa de Oostvaardersplassen, situada en Flevoland (en el centro del país) ha puesto en un aprieto a sus guardas forestales. Dos de los cuatro con que cuenta el lugar han declinado disparar contra los rumiantes, y han sido sustituidos por sendos colegas. La población de cérvidos ha crecido demasiado, y los tribunales han atendido las peticiones de la Comisión Forestal: no quiere más de 490 cabezas para que superen el invierno. Las batidas darán comienzo la próxima semana.

La decisión de los jueces ha sido tomada después de que un comité independiente concluyera que “dejar morir a los animales de inanición, cuando llegue el frío, es todavía menos popular”. Tres organizaciones ecologistas habían interpuesto una demanda, que han perdido. En años pasados, sí se acababa con los ejemplares más débiles -también hay caballos y ganado vacuno- para ahorrarles sufrimiento. “Como ya habían sido seleccionados por la propia naturaleza, contra esos se puede disparar, pero no contra piezas sanas”, ha dicho ahora uno de los guardas objetores de conciencia, para explicar su renuncia. Su colega “ha recibido amenazas de muerte si seguían adelante con el sacrificio de ciervos”, pero las autoridades holandesas prefieren guardar silencio sobre ello. El ganado vacuno no ha crecido tanto y se puede quedar. Una parte de los equinos serán trasladados a otros lugares. Los ciervos, sin embargo, no resisten bien el estrés, y de ahí su sacrificio, al ritmo de 20 al día durante tres meses

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El invierno pasado, las imágenes de animales muriendo de hambre llenaron las televisiones nacionales, y la gente se lanzó en gran número a llevarles forraje. Su gesto provocó el rechazo de los responsables de la reserva, que temieron accidentes dentro y fuera del lugar. Los animalistas también se quejaron de que el perímetro completo del lugar estuviera vallado, impidiendo así una migración controlada en busca de otros pastos. Los zoólogos respondieron que no se trataba de mascotas y la naturaleza debía seguir su curso, pero al final, el Gobierno de la provincia permitió llevar balas de heno.

Creado en 1968 en un área de 56 kilómetros cuadrados, Osstvaardersplassen es uno de los humedales más importantes de Europa. Anidan allí 31 especies de aves. Hay además bovinos de Heck, caballos konik (originarios de Polonia) y ciervos, introducidos a partir de los años ochenta para controlar de forma natural el crecimiento del bosque. El problema es que ninguno de estos mamíferos tiene enemigos, y en 2017, antes del invierno, había ya un total de 5.230 cabezas, según cálculos de la Comisión Forestal. Demasiados, para que superaran el invierno y la falta natural de alimento. A partir de ahora, la Comisión Forestal deberá asegurarse de que no haya más de 1.500 grandes rumiantes en la reserva, para mantener su equilibrio.

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