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Muere Albert Frère, el hombre más rico de Bélgica

El empresario de 92 años tenía una fortuna estimada en más de 5.000 millones de euros

Albert Frère junto a su hija Segolene, en una foto de 2014.
Albert Frère junto a su hija Segolene, en una foto de 2014.STEPHANE DE SAKUTIN (AFP)
Álvaro Sánchez

El empresario e inversor belga Albert Frère, primera fortuna del país con un patrimonio de más de 5.000 millones de euros según la clasificación de Forbes, ha fallecido a los 92 años. Su muerte, de la que no han trascendido las causas, ha sido anunciada este lunes por el Groupe Bruxelles Lambert, el holding en el que agrupaba sus participaciones y del que era presidente honorífico. En su cartera constan acciones de sectores diversos, entre ellas la firma deportiva Adidas, la petrolera Total, el fabricante de bebidas Pernod Ricard o la cementera LafargeHolcim.

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Hijo de un fabricante de clavos, sus comienzos en el mundo de los negocios fueron tempranos. Tras la muerte de su padre, Frère dejó sus estudios y asumió el mando de la compañía familiar. Tenía solo 17 años. Pocos podían intuir entonces que se convertiría en una figura clave del capitalismo europeo durante el último medio siglo. Su carrera despegó tras el gran trauma de la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la contienda, invirtió en el sector del acero con éxito en plena subida de precios por la Guerra de Corea. Lo hizo sin moverse del lugar en que nació, en el entorno de la ciudad valona de Charleroi, el gran valle industrial conocido como pays noir —país negro— por la presencia de minas de carbón, hoy golpeado por la desindustrialización, la competencia china y el tránsito a las energías renovables.

Esa plataforma le sirvió a Frère para tejer una tela de araña empresarial en los sectores más variados, desde el petróleo a los medios de comunicación. En su diversificado camino hacia la riqueza, sus movimientos no siempre fueron aplaudidos. Vendió sus paquetes en la petrolera belga Petrofina y la aseguradora Royale Belge a las francesas Total y AXA, e hizo lo propio con el banco BBL al holandés ING. Esas operaciones le granjearon las críticas de los que entendían que con su voracidad en los mercados estaba dejando a Bélgica huérfana de algunas de sus compañías clave. En un entorno cada vez más competitivo globalmente, Frère defendió esas decisiones a capa y espada. "¿Qué habría sido de esas empresas belgas si no hubieran sido absorbidas por grupos internacionales y hubieran seguido independientes?".

La mayoría de sus incursiones fuera de Bélgica las llevó a cabo en la vecina Francia, donde se le considera como el más francés de los empresarios belgas. Tanto es así que se le asignó el apodo de rey del CAC 40, el índice bursátil que agrupa a las mayores compañías francesas. Pero Frère también miró más abajo en el mapa. En el año 2000 entró en la constructora española FCC, donde se hizo con un 5% del capital. Más tarde, en mayo de 2007, se haría con idéntica participación en Iberdrola, donde se proclamó accionista a largo plazo. Seis meses después la vendía con unas plusvalías próximas a los 500 millones de euros. Pese a ese tipo de pelotazos bursátiles, no se identificaba con la figura del especulador. "Me veo como un emprendedor que utiliza las finanzas para desarrollar las empresas en las que invierte", se definió en una entrevista con el diario belga L'Echo.

Ya dueño de una inmensa fortuna, Frère ingresó oficialmente en la aristocracia en 1994, cuando el rey Alberto II le otorgó el título de barón. Propietario de varias mansiones, de las paredes de su despacho colgaban dos cuadros del pintor belga René Magritte. "Nada arranca una lágrima a Albert, salvo el vino y un cuadro de Magritte", llegó a decir uno de sus próximos al diario Le Monde. Su afición a los vinos también la transformó en inversión: compró importantes extensiones de viñedo en Burdeos junto a su amigo el magnate Bernard Arnault, patrón de Louis Vouitton, con el que solía jugar al tenis en la Costa Azul. Otras de sus aficiones eran la caza y el golf.

Considerado un pionero de las alianzas empresariales transfronterizas en Europa y el industrial más importante de la posguerra, Frère rehusaba la vida ociosa de la retirada. Presumía de levantarse cada día a las 5.30 de la madrugada, incluidos los domingos, y estuvo al frente de su conglomerado empresarial, hoy con una capitalización bursátil de 13.000 millones de euros, hasta cumplir los 89 años, cuando cedió el testigo a dos de sus hombres de confianza. Se casó dos veces. Primero con Nelly Poplimont tuvo a su hijo Gerald, que ocupa actualmente un puesto importante en la empresa. Y con Christine Henning, relación de la que nacieron Ségolène y Charles-Albert —fallecido en un accidente de tráfico cuando contaba 19 años—.

Cuando se le preguntaba por qué se deshacía de una posición en una empresa, Frère, el hombre que invirtió en decenas de empresas, hacía apología de la diversificación y alegaba que no había que poner todos los huevos en la misma cesta. Su cita favorita era del ex primer ministro inglés Winston Churchill. "El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad. El optimista ve la oportunidad en cada dificultad", repetía cuando tenía ocasión.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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