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Crueldad sexual

Sexo como arma arrojadiza

El que es inhumano e impío teje con esos hilos también su sexualidad. Desde las violaciones de mujeres hasta las relaciones tóxicas, la crueldad amatoria y sexual existe.

Una araña teje la tela en la que caerán sus víctimas. Me suena.
Una araña teje la tela en la que caerán sus víctimas. Me suena. Amith Nag Photography (Getty Images)

Las violaciones de mujeres del bando contrario son armas bélicas utilizadísimas. No hay una sola contienda en la que la crueldad máxima del sexo no se manifieste. En 2011 situamos Congo como la capital mundial de las violaciones con 400.000 al año. Más de mil cada día. Casi cincuenta cada hora en un país con una población femenina que no llega a los tres millones. Librarse de ser violada es la principal preocupación de muchas mujeres del planeta. Desde niñas de ocho años hasta ancianas de noventa. La violación es un arma de guerra que aterroriza a poblaciones enteras y las somete a su gusto. Crueldad que cualquier mujer puede sufrir.

Cuando una mujer es violada, para siempre, se siente ultrajada.

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Considero una crueldad sexual todas las relaciones de dependencia emocional en las que el sexo forme parte del arsenal. Se utilice como se utilice y en las dosis que se quiera. Una relación de dependencia siempre es un espanto. Ojalá aprendiéramos en los centros docentes que el amor romántico no es sano. Ayudaría analizar también las letras de cualquier canción, poema o diálogo de película para distinguir y reconocer las costumbres machistas. Hay centros educativos que lo hacen, pero menuda escandalera se montó porque esta opción fuera curricular. Confundir cuestionar con censurar, como hicieron muchos, deja claro las intenciones de cada uno.

Si duele no es amor, de Silvia Congost, describe hasta dónde se lleva el sexo como arma de batallas domésticas: "No sabemos identificar dónde están los límites ni lo que nunca debería ser negociable. Muchas de las personas que están enganchadas a alguien tóxico es por el sexo, es uno de los motivos que a veces hace que no se ponga fin a la relación". Todos hemos sufrido por amor. Eso es lo más cruel que puede decirse de algo que, a priori, tendría que ser magnífico. Hablamos de amor, ¿no? Aprendimos a querer erróneamente y nos relacionamos con esa tara a todos los niveles. La toxicidad y la crueldad se dan en círculos tan cercanos como la familia y las amistades. Permitimos grupúsculos dañinos amparándonos en la pena, la costumbre y hasta la idiocracia. No hablo de los que no nos invitan a sus fiestas, sino de los que enmierdan las nuestras.

Las personas tóxicas son narcisistas, egocéntricas, abusadoras y manipuladoras. Llevar esos parámetros a la cama es más fácil y frecuente de lo que parece.

El ser humano es cruel sexualmente para controlar emocionalmente a su víctima, según Laura Rojas Marcos, doctora en Psicología Clínica Forense y de la Salud. Y no es necesario ultrajar a alguien para demostrar esa crueldad, basta con hacerle creer que se tendrá una relación que jamás sucede.  "Mantener en vilo es una forma de tener a otra persona pendiente de uno mismo, incluso podríamos decir que es una manera de secuestrar la atención de otros. A menudo, las personas utilizan la ambigüedad, el misterio y los “tiras y aflojas”, el sexo, el afecto, el dinero y el tiempo para manipular emocionalmente a los demás. Una persona dependiente emocionalmente puede dejar de reconocerse a sí misma".

Ante una persona tóxica la recomendación terapéutica es alejarnos de ella. Si hablamos de crueldad sexual es indispensable cortar por lo sano. ¿Imaginan tener que vivir cerca de tu violador? Sucede. Pues ahora imaginen relacionarte toda tu vida con la persona tóxica con la que además tuviste una relación emocional o incluso sexual.

La primera vez que la deseé se contoneaba sobre la mesa de un bar de la calle Ventura de la Vega de Madrid. Llevaba un vestido negro ajustado, con botones desde el escote hasta el dobladillo. Los Ronaldos mecían sus caderas mientras los ojos de hombres y mujeres se emborrachaban con sus contoneos. Era la mujer más atrayente que he visto jamás en mi vida. Viendo Arde Madrid he vibrado recordando a mi Ava Gardner particular. Convertí a aquella mujer en todo lo que pudiera haber sido jamás la americana nada más verla sobre aquella mesa. Lástima que no pasara de vampiresa de barrio.

He tardado más de veinte años en arrancármela del cuello.

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