Salario mínimo y empleo
Es necesario subir el SMI para que la recuperación llegue a los trabajadores
La intervención del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, en el Congreso aviva la polémica sobre los efectos de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) sobre la creación de empleo y toma posición por una de las partes. El gobernador sostuvo que la decisión, pactada por el Gobierno y Podemos, de subir a 900 euros en 14 pagas el salario mínimo interprofesional ya en 2019, equivalente a un aumento del 22%, puede costarle a la economía española una pérdida de 150.000 empleos, el 0,8% del empleo total. El daño, explicó, se centrará en los más jóvenes y en los parados de más edad con menor capacitación profesional; es decir, en su opinión, perjudicará a los perceptores de retribuciones que estén en la franja próxima a los 900 euros.
Hernández de Cos considera que la subida es demasiado elevada. En 2017 y 2018 el SMI subió en España el 8% y el 4%, sin que se hayan producido daños significativos sobre el empleo. De hecho, la creación de puestos de trabajo, aunque muy precarios, ha seguido a buen ritmo. En su argumentación, el gobernador pone el acento en que no hay precedentes de una subida del 22% en una sola vez; y sugiere que los aumentos del SMI deben ser moderados y paulatinos para que no destruyan los puestos de trabajo peor retribuidos y cualificados.
Editoriales anteriores
No hay evidencias contrastadas de que elevar el SMI perjudique el empleo. Está documentado un caso, el de la ciudad estadounidense de Seattle, donde una subida del salario mínimo dio lugar a un descenso de puestos de trabajo; pero se conocen otros muchos en los cuales aumentar el SMI fue neutral e, incluso, favorable para el empleo. Por ejemplo, en Estados Unidos en el ámbito de 18 Estados durante la presidencia de Obama y también en España. Además, los efectos de las subidas salariales sobre el empleo dependen también de otros factores que suelen olvidarse con demasiada frecuencia. No es lo mismo subir los salarios en periodos de expansión clara de la demanda que en una etapa de estancamiento; ni produce los mismos efectos una subida salarial cuando la rentabilidad esperada del capital es muy alta que cuando los tipos de interés elevados y la escasez de crédito obstaculizan el crecimiento de una empresa.
Es muy discutible la oportunidad de sembrar la alarma sobre la evolución de los salarios el próximo año. La subida del SMI es condición necesaria para que el crecimiento de la economía se traslade también a las rentas salariales. La subida políticamente pactada del 22% es defendible en tanto que transmite además el mensaje de que el ajuste salarial no puede ser él único instrumento de política económica aplicado para sostener la recuperación. Una retribución más alta tendrá además efectos, aunque sean limitados, sobre el consumo. La productividad de las empresas depende de otros factores distintos de los salarios bajos.
Sería deseable que la misma claridad que el nuevo gobernador del Banco de España ha expuesto para criticar la subida del SMI la utilice cuando le toque hablar de los temas centrales de su organismo: lo relacionado con la sanidad del sistema financiero.
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