Fantasías
Y no porque Trump no sea peligroso, pues muerde a diestro y siniestro, sino porque el peligro se encuentra en todas partes
Un perro normal, no importa ahora dónde, mató hace poco a mordiscos a un bebé. Decimos que el perro era normal porque no se trataba de un rottweiler, ni de un dóberman, ni de un bull terrier o cualquiera otra de las llamadas “razas asesinas”. Significa que los perros normales hacen cosas malas también, igual que las personas normales. En realidad, lo anormal es una extensión de lo normal. No están claras las fronteras entre uno y otro territorio; no hay carteles que indiquen cuándo se sale de este y se entra en aquel, como sucede, por ejemplo, en los museos, donde la sala de los pintores del XIX aparece claramente diferenciada de la de los del XX.
Tampoco es habitual que la gente ponga en la puerta de su casa un anuncio que diga: AQUÍ VIVE UNA FAMILIA NORMAL. Quizá las haya, pero no se atreven a proclamarlo porque el hecho mismo de hacerlo constituiría una rareza que las excluiría de la sensatez. Suele ponerse, en cambio, PERRO PELIGROSO, aunque no siempre es verdad. En todo caso, se puede ser un perro peligroso sin necesidad de pertenecer a una raza loca. Hay perros equilibrados que matan, del mismo modo que hay individuos anormales que alcanzan puestos tan homologados como la presidencia de los EE UU. He aquí un caso, el de Donald Trump, donde lo extravagante y lo convencional conviven con una naturalidad atroz. Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido colocar a la entrada de la Casa Blanca el siguiente aviso: CUIDADO CON EL PRESIDENTE.
Y no porque Trump no sea peligroso, pues muerde a diestro y siniestro, sino porque el peligro se encuentra en todas partes. Eso sí, nos tranquiliza mucho que existan perros oficialmente asesinos, pues ello nos permite fantasear con la idea de que la mayoría no lo son.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.