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Guillem Martínez: “La mentira da felicidad, hace que todo encaje”

Sexo y periodismo son dos de los temas de conversación más soporíferos. Lo único que los diferencia es que hablar de sexo tiene gracia si quien habla de ello no se come una rosca. Y el segundo solo se salva cuando con quien se habla de él es Guillem Martínez. Incluso si el tema es (triple mortal carpado) periodismo y ‘procés’

Xavi Sancho
El periodista Guillem Martínez se toma el tercer café de la mañana mientras posa para ICON en el barcelonés Pol & Grace Hotel.
El periodista Guillem Martínez se toma el tercer café de la mañana mientras posa para ICON en el barcelonés Pol & Grace Hotel.Pep Escoda

57 días en Piolín (Lengua de Trapo/CTXT) es el compendio de las crónicas que escribió para CTXT Guillem Martínez (Barcelona, 1965) antes, durante y después de lo sucedido en Catalunya el 1 de octubre del pasado año. Entre el río por no llorar y el esto es como para llorar de risa se nos ha pasado un año y los que no están en la casilla de la cárcel siguen en la de salida. Pase lo que pase con el procés en los próximos meses/años/décadas, el libro quedará allí para recordarnos cómo esquivar la propaganda cuando eres periodista en el país más mediáticamente partisano de Occidente.

¿Le pilló el mambo por sorpresa? Yo tenía una fantasía personal: todo iría lento hasta desvanecerse, ya que todo era mentira. La idea era cubrir el periodo previo al supuesto referéndum y acabar en septiembre. Hacer artículos muy aburridos y filológicos, tipo teoría de la comunicación. De golpe, se animó.

¿Se puede informar del procés sin vestir ningún uniforme? Es que ningún medio informó. Existía un marrón y solo te decían que había un marrón. Cada uno lo narraba para su gobierno. Era propaganda. Lo vimos con Aznar, con el “España se rompe”, y ahora lo hemos vuelto a ver aquí. Cuando solo hay propaganda te sientes muy solo. Es la sombra de lo que es España: crear cohesión a partir de la información. Si en el 23-F el papel del Rey es ambiguo, no lo cuentas para no desanimar a la sociedad. Y lo mismo con el procés: no quieres decir que no hay proyecto. La propaganda es muy divertida. La mentira da felicidad, hace que todo encaje. No quieres contar que lo que pasa en Italia o en Grecia va a pasar en más sitios, que no tendremos euro, ni pensiones… Es como la canción de Olga Guillot: “Miénteme más, que me hace tu maldad feliz” [canta].

"Se busca crear cohesión a partir de la información. Si en el 23-F el papel del Rey es ambiguo, no lo cuentas para no desanimar a la sociedad. Y lo mismo con el ‘procés’: no quieres decir que no hay proyecto”

¿Pensó en algún momento que incluir humor en sus crónicas iba a quitarle credibilidad? El humor no es una opción. Si lo tienes en la cabeza, ya no tienes nada más. Es como el porno. Al principio, dudé, pero pronto vi que, cuando se encuentran dos gobiernos psicópatas, el humor es la única forma de respetar a una sociedad.

¿Cómo era el ambiente en el Parlament? ¿Fiesta en el funeral? Había de todo. Periodistas extranjeros llorando porque creían que iba a haber un baño de sangre… Luego, un día sonaba Els segadors, que era el llenapistas del momento, pasaban unos mossos y se ponían a cantarlo. Vi gente, como Iceta, al que llamaban traidor, pero que se comportó bien y tiró muchos capotes detrás del escenario. Más tarde, durante el 155, ayudó a evitar lo de TV3. En general hicieron un 155, que aunque es una aberración, terminó siendo blando. El discurso de Coscubiela fue impresionante. Una vez tuve una conversación muy sincera con uno de la CUP. Me dijo que estaba muy contento con lo que habían hecho, pero no podía dormir pensando en cuánta gente iba a sufrir. Cuando alguien te dice eso, aunque no estés de acuerdo, debes respetarlo. Ciudadanos, por ejemplo, eran muy agresivos. En alguna comisión, incluso el PP tuvo que tranquilizarlos.

¿Qué es un equidistante? Es un término propagandístico. En la II Guerra Mundial, Alemania no tenía de enemigos a la URSS y a EE UU, sino a todos los que no estaban de su lado. He recibido críticas de todas partes. He sido un puto indepe y un españolista. Todas las desactivaciones propagandísticas desde el procés son muy de derechas.

¿Se puede distinguir entre comprometidos y creyentes? En este caso, el compromiso casi siempre deriva en obediencia. Es muy fácil tomar el pelo a la gente cada vez que sucede algo así. Yo, si fuera un gobierno, lo haría. Es como el chiste del payaso. Un tipo que llega a casa con la camisa rota y lleno de pintalabios y su esposa le pregunta: “¿De dónde vienes?”. Y él responde: “Cariño, no te lo vas a creer, pero me ha atacado un payaso”. Y si cuela…

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Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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