Mendicidad en ‘B’
El disparate de las rentas mínimas no tiene límite. Parece que el Gobierno de la Comunidad de Madrid tiene una particular lucha contra los perceptores de esta prestación, y exige a los solicitantes de la Renta Mínima de Inserción una declaración jurada de sus ingresos, incluso de los pequeños e irregulares ingresos con los que sobreviven, independientemente de su procedencia. La aplicación estricta de esta exigencia toma así unos tintes de aporofobia con los que se socavan los derechos de estas personas y su dignidad. Puestos a aplicar normas, podríamos exigir a las empresas y negocios que estimasen la cantidad de dinero negro con la que trabajan, con el fin de aplicar a esos ingresos ocultos la correspondiente tributación. Sería lo más justo, ¿no? Transparencia, sí. Pero para todos. De pobreza, supervivencia y calidad de vida, ya hablamos otro día.
Pedro Celiméndiz Arilla. Madrid.