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El no ya lo tienes
Columna
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Disfrutar de las cosas grandes

Hay frases con la que no puedo: “Hay que disfrutar de las cosas pequeñas de la vida”. ¡Qué filosofía más cicatera se esconde detrás de ese sofisma!

Daniel Perez, Roberto Álamo, Arturo Valls, Carlos Areces, Blanca Suarez, José Luis Cuerda, Joaquín Reyes y Maria Ballesteros en la presentación de 'Tiempo Despues', en San Sebastián, el pasado martes.
Daniel Perez, Roberto Álamo, Arturo Valls, Carlos Areces, Blanca Suarez, José Luis Cuerda, Joaquín Reyes y Maria Ballesteros en la presentación de 'Tiempo Despues', en San Sebastián, el pasado martes. getty images

Hay frases que me acarician el alma: “En fin Serafín”, “Como mola la gramola”, “La caña de España”, "Tengo un hambre que da calambre”, “Bien comío y bien bebío que más quieres cuerpo mío”… Reconozco debilidad por el ripio; cuando alguien te pregunta: “¿Hablaste con Eufemiano?” solo para que, después del pertinente “¿Qué Eufemiano?”, rematar con: "El que me la agarra con la mano", me subyuga. Pero no solo lo rimado, también siento devoción por frases como: “Cada persona es un mundo”, “Para gusto los colores”, “Nunca digas de este agua no beberé y este cura no es mi padre”… Y si van acompañadas de toquecetes en el hombro… ¡miel sobre hojuelas!

Pero hay una con la que no puedo: “Hay que disfrutar de las cosas pequeñas de la vida” ¡Qué rabia! ¡Qué filosofía más cicatera se esconde detrás de ese sofisma! La sonrisa de un niño, el olor del café por la mañana, un rayo de sol entrando por la ventana, hundir la mano en un saco de legumbres, explotar el plástico de burbujas… todo eso no vale un pimiento, son cosas insignificantes; triste consuelo para la gente que se conforma con poco. Yo tengo altura de miras: a mí me gusta disfrutar de las cosas GRANDES de la vida.

Esta semana pasada estuve en Donosti con motivo del festival de cine. Se presentaba, fuera de concurso, Tiempo después, la última genialidad de José Luis Cuerda. Cuenta con los mejores actores del panorama español y también estoy yo. El caso es que me alojaron en el hotel Reina Cristina, en una suite más grande que mi apartamento y equipada con todo tipo de comodidades y lujos: En las mesillas había champagne y fruta pelada… al descalzarme venía una Roomba y me traía las zapatillas… la luz se apagaba chasqueando la lengua…

Solo tuve un pequeño sobresalto. Al meterme en la cama, por un momento creí haberme cagado, pero resultaron ser unos bombones que, también por cortesía, habían depositado debajo de las sábanas. Disfruté de todo aquello sin medida y con deleite durante día y medio, hasta que de dirección se me comunicó que se trataba de un error, que en realidad era la habitación de Ryan Gosling, y que tenía que hacer frente a unos gastillos… ¿Conocen la expresión “Pies para que os quiero”?

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