El desfile de Victoria’s Secret regresa a Nueva York
Tras su experiencia en China, el espectáculo que es mucho más que la presentación de una colección de lencería vuelve a sus orígenes
La presentación de la colección de Victoria’s Secret se ha convertido en un espectáculo que traspasa la tradicional concepción de la pasarela. Cerca de 200 países siguen por televisión cada año lo que ocurre en este espacio que mueve muchos millones de euros. Por eso había gran expectación por saber la ciudad elegida por la marca para celebrar este año su presentación. Victoria’s Secret ha anunciado que el próximo desfile se volverá a celebrar en Nueva York, el principal escenario en el que se han mostrado sus propuestas desde 1995. Si bien en los últimos años el show se marchó de EE UU y se trasladó a Londres (2014), París (2016) y Shanghái (2017). Con una fuerte presencia en Estados Unidos, la firma decidió reforzar su expansión acercando sus productos al público europeo y asiático.
El desfile no solo se ha convertido en una cita clave para la industria sino también en un trampolín profesional para las modelos que anualmente se presentan al casting y a quienes se conoce como Los ángeles de Victoria’s Secret por desfilar con alas.
La firma ha trabajado con las modelos más importantes como Heidi Klum, Lily Aldridge, Adriana Lima, Alessandra Ambrosio o las hermanas Hadid y Kendall Jenner. El desfile, que tendrá lugar en la segunda mitad de noviembre, no contará ya con Alessandra Ambrosio, que anunció su decisión de colgar las alas tras 12 años desfilando, ni con Lily Aldridge, embarazada de su segundo hijo. Victoria’s Secret construye en cada espectáculo un espacio por el que las modelos caminan, bailan y juegan con la ropa y los accesorios. Para acompañar al desfile cada año participan algunos de los mejores artistas del momento como Rihanna, Lady Gaga o Bruno Mars.
Otro de los atractivos que ofrecen los desfiles, y que los diferencian del resto, es la aparición del popular Fantasy Bra, una pieza exclusiva diseñada para cada colección y confeccionada con piedras preciosas y otros materiales de alta gama. Claudia Shiffer fue la primera en lucir este sujetador joya en 1996, con un modelo valorado en 1 millón de dólares. Desde entonces, los diseños que llevaron Karolina Kurkoba, Miranda Kerr o el último de la mano de Lais Ribeiro han incrementado su precio hasta llegar al modelo que llevó Gisele Bündchen en el año 2000, valorado en 15 millones de dólares.
Pero pese a sus espectaculares desfiles, la firma de lencería atraviesa dificultades financieras. La realidad es que en su casi 1.200 tiendas de Estados Unidos y Canadá se amontona la ropa interior a la que no logran dar salida ni siquiera con las liquidaciones. Medidas como prolongar la temporada u ofrecer tres artículos por uno han perdido su atractivo. Incluso hacen que parezca que la marca malvende sus productos.
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