Yusaku Maezawa, el multimillonario punk que volará a la Luna
El empresario, de 42 años hecho a sí mismo, es un coleccionista compulsivo y un enamorado del arte que cumple su sueño de ser el primer pasajero de la nave fabricada por Elon Musk
En el encorsetado mundo japonés de los negocios, Yusaku Maezawa es el equivalente a una estrella de rock. O de punk, si hay que atenerse a su estilo musical favorito. Con un pendiente en la oreja, amante de la ropa informal, coleccionista compulsivo y enamorado del arte, este multimillonario de 42 años hecho a sí mismo será el primer pasajero de la nave BFR, fabricada por la SpaceX de Elon Musk, en ir a la luna. Satisfará así un sueño más en su ecléctica lista de intereses.
Ya desde niño, Maezawa fue un inconformista. Hijo de un contable modesto y de un ama de casa en la prefectura de Chiba, al este de Tokio, su destino debía haber sido ir a la Universidad, lograr un empleo dentro de una compañía sólida e ir ascendiendo poco a poco. No fue así. Ya mientras estudiaba secundaria se interesó por la música punk. Empezó a tocar la guitarra con una banda de amigos, aunque al poco tiempo se pasó a la batería -“en los grupos siempre faltan baterías”, ha comentado alguna vez-. La grabación de un primer disco le animó a buscar el éxito por la vía musical; se fue a California para intentar hacer allí carrera en el mundo discográfico.
Su obsesión por las rarezas de punk importadas le llevó a fundar su primer negocio, de venta de discos por correo, a los 22 años, en 1998. Su compañía, Start Today, tomó el nombre de un álbum del grupo neoyorquino Gorilla Biscuits.
El comercio electrónico fue un paso natural. Al principio intentó compaginar las giras de su grupo con la atención a su empresa, pero el cuidado de las dos cosas se demostró imposible. Puestos a elegir, optó por los negocios. Hoy, el fundador de Start Today ocupa el puesto 18 en la lista de japoneses más ricos, con una fortuna que ronda los 3.000 millones de dólares, según calcula la revista Forbes. Su proyecto más reciente es la venta de unas mallas corporales inteligentes, que permiten a su propietario calcular cuáles son las prendas que mejor le quedarían entre todo el inventario de Zozotown, el portal de comercio electrónico de la compañía. O poder encargar ropa a medida que le confecciona la empresa.
La idea, ha declarado al periódico “Japan Times”, le vino de sus propias limitaciones. “Soy bajito y paticorto, y me es difícil encontrar pantalones que me queden bien”, admitía.
Extrovertido y activo en las redes sociales –le gusta divulgar fotografías de sus comidas y sus viajes–, divorciado y con un hijo, interesado en los coches de lujo, los relojes y los vinos, ha invertido buena parte de esa fortuna personal en obras de arte, su gran pasión. Si en la sede de su empresa se mueve entre lienzos de Takashi Murakami y esculturas de Jack Pierson, entre sus planes figura crear un museo de arte moderno en Chiba, donde sigue viviendo, para que el público pueda disfrutar de su colección.
Uno de sus artistas favoritos es Jean Michael Basquiat, el pintor neoyorquino muerto a los 27 años. En 2017 vendió parte de las acciones que posee en su compañía -controla el 38%- para pagar 110,5 millones de dólares por una de sus obras en una subasta, la representación de una calavera acabada en 1982.
“Cuando me gusta algo, lo persigo hasta el final”, ha declarado al Japan Times. “Es algo que no ha cambiado desde que iba al instituto”. Según confiesa, se identifica en cierto modo con este pintor, que surgió de la nada como artista callejero y que incluso en vida suscitó comparaciones con Van Gogh.
Viajero incansable -pasa una tercera parte del año fuera de Japón, desplazándose en su avión privado-, esta semana se ha convertido en el primer comprador de un billete para la Luna, en la nave que SpaceX tiene previsto lanzar en 2023. En realidad, ha comprado todos los billetes. Según ha contado él mismo, no irá solo. Le acompañarán entre seis y ocho artistas destacados de todo tipo: un músico, un pintor, un fotógrafo, un diseñador de moda, un director de cine, un arquitecto. Quiénes serán, está aún por decidir. Pero se inspirarán, durante esa aventura de una semana con todos los gastos pagados, en el viaje espacial para su proceso creador. “Estuve pensando muy profundamente lo valioso que sería ser el primer pasajero a la Luna”, ha confesado. “Amo el arte, así que quiero ver qué es lo que compondrán los artistas colaborando, y verlo directamente con mis propios ojos”, ha agregado.
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